El orden de la vida (2)
Agradezco a quienes me dieron esta
oportunidad periodística, así como agradezco a todos los que a lo largo de los
años se ocuparon de hacer la columna posible –editores, correctores, etcétera.
Y por supuesto, a los lectores, a quienes rindo aquí una ofrenda exaltada
(flores, sahumerios, cereales sagrados). Y ahora nos vamos. Not with a bang but with a whimper.
Si juntásemos todas estas columnas –unas
setecientas, calculo, al vuelo– obtendríamos un volumen gordo, un dolmen, con algunos,
yo creo, momentos especiales. Es el resultado de tanto buscar a Syd, a quien ya
no seguiremos buscando... Acaso nunca existió, como nunca existieron los
gigantes de Quijano. O a lo mejor está sentado a mi lado, mientras voy poniéndole
punto final a esta cosa.
Por cierto que están, no todas, pero
casi todas las columnas recopiladas en un blog, cuya dirección es buscandoasyd.blogspot.com.
Si algo inteligente hice fue subirlas allí mes a mes. Podría escribir un
libro sobre Buscando a Syd, pero la
verdad es que Buscando a Syd es un
libro que se ha escrito solo.
Se cierra este espacio, esta puerta, y eso
permitirá que se abran, para mí, para otros, otros espacios, otras puertas. Tal
es orden de la vida… Por demás he estado colgando mucha opinión espontánea en
mi página de facebook, si a alguno interesa…
En lo personal siento que Buscando a Syd termina en el momento
apropiado. Estamos, colectivamente, en una encrucijada, en un cruce de caminos.
La invitación es a no perder la integridad. Entendamos que para tocar el blues como
un demonio no tenemos que venderle el alma al diablo.
En fin. Es hora.
(Buscando a Syd publicada el 30 de julio de 2015 en El Periódico.)
2 comentarios:
Cuando hables de Malacates, también deberías meter al saco a tu mujer, porque ambos sabemos que canta purisisima mierda.
Lo dice, quién más, Anónimo.
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