'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Padme sueña

Allí está echada mi gata Padme. Como todas las gatas del universo, la Padme se la pasa durmiendo gran parte del día. A veces la sorprendo teniendo pesadillas.

¿Qué es eso que empaña su dormir, la pone complicadamente a titilar? ¿Qué hilo nace de la nocturnidad de su cerebro?

No lo sé. En realidad, es una cosa que ni se de mí mismo: por lo general, jamás me acuerdo en la mañana de lo que he soñado durante la noche.

Sólo ahora, que estuve llevando un diario de sueños, empecé a familiarizarme un poquito con la dimensión apabullante del soñar.

Muchos se interesan en los sueños como vehículos de contenidos, ya sea proféticos o psicoanalíticos. Desde siempre hubo personas que atribuyeron a los sueños el rol de ser espejos de información espiritual, y de allí surge la oniromancia. Entra en lo posible, por qué no, pero me parece que sólo ocurre en consciencias muy notables. Siempre hay un convencido que dice que Dios le platicó en un sueño, cuando a lo mejor sólo hubo movimientos en sus niveles de sodio, por decir, y eso se correlativizó en su producción de imágenes mentales. Por otro lado, no me parece que sea tan relevante pasarse una vida entera durmiendo con un libro de papá Freud debajo de la almohada, interpretando compulsivamente los silogismos del inconsciente.

Me interesa más el fenómeno de los sueños porque abren fuentes insospechadas de energía poética (“el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas”). Y porque los sueños son esos maestros que nos muestran que en realidad aplicamos las mismas estructuras oníricas de la vida nocturna a nuestra vida diurna. Visto desde este punto de vista, no son los contenidos lo importante: lo son las formas. Formas que se repiten una y otra vez, sin que nos demos cuenta de ello, como en una alucinación o impostura sin fin…

Padme, despierta, Padme…


(Columna publicada el 11 de junio de 2009.)

3 comentarios:

orlak dijo...

hola, esta muy interesante, tanto que me entra la duda de como hago para conseguir alguno de tus libros?....saludos

Anónimo dijo...

Teleenvía mi Lucifer Sam un maullido cariñoso a Padme.

Carla dijo...

No hay como los gatos o los bebés para saber dormir.

Me encantó Padme Sueña!

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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