'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Aceite hirviendo

Alvaro Arzú perpetúa su arquetipo de doncella en fase de posviolación, y ya comienza a calentarnos a todos los huevos con eso de victimizarse todo el maldito tiempo.

Lo vimos en la tele, en donde puso los nombres de todos los periodistas que nunca llegaron a su convocatoria –en su mente un gesto contundente, provocador, casi artaudiano– porque además de nene es un moralista sin solución.

Le vimos en la tele los primeros dos minutos, pero rapidito zapeamos, y nos pusimos a ver el canal más alejado del canal en donde él estaba. Apenas si alcanzamos a escucharlo decir que con la Ley de Acceso a la Información Pública habrían miles de personas pidiéndole cuentas cada mañana (cosa incierta) y que no le alcanzarían las fotocopiadoras para tanta demanda. Pues lo pone todo en Internet y santísimo remedio, carajo. Arzú seguirá siendo el Fantasma de la Comuna aunque pretenda ahora darse al diálogo, porque en sus genes hay vastos yacimientos de solipsismo brutal, encubridor, y su silencio advocativo es un territorio que no se limita a los fideicomisos. Oh, negrísimo silencio de posguerra, puro aceite hirviendo. No se saldrá con la suya, pero queda claro que su larga vida en la administración pública le ha enseñado a hacer control de daños y procrastinación calculada, y en eso está, aguando la tinta.

Con lo del IUSI le da la espalda a mucha de la gente que lo puso otra vez en el puesto, dando una lección perenne de autosabotaje político. Todos los adictos del poder terminan generando esta clase de deslices, tarde o temprano. Los medios por demás no dejarán de recordarle que los problemas monumentales –los grandes tikales de la administración municipal– quedan aún por resolver.

Arzú se olvida que no está en donde está por su genialidad –no hay tal cosa– ni por sus reconocimientos (que son la carne de la muerte) sino porque no había, sinceramente, otro.


(Columna publicada el 17 de julio de 2008.)

3 comentarios:

J M dijo...

Maurice, hoy recorde una tarde de octubre que te encontré en la entrada de Soloteatro. Me viste bien panzona a punto de dar a luz a mi hijo. Me viste curioso y me preguntaste extrañado ¿estás feliz? tu pregunta me dejó fría esa vez, pero me hago la misma pregunta desde entonces...
Maestro

Anónimo dijo...

Exacto, no habia mas de donde escojer: mediocridad

Maurice Echeverría dijo...

JM: Sí, es una pregunta muy seria.

CRISTIAN: Mediocridad es no poder escoger. La mejor definición.

m.

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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