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El opaco.– Pobre hombre opaco. Peor que él hay otros. Pero eso no lo hace menos pobre, no lo hace menos hombre, y menos opaco, no.
Todo habré de pagarlo.– Las auroras que no vimos juntos, los alquitranes que te metí a la boca, las veces cuando debí echarte de menos. Decías la palabra agua, mientras nada bebías, y la sed era como una artesanía en tus manos, que se iba agrietando. Si también te grité, un pájaro lento me sacará, infernalmente, los ojos. ¿O es que siempre me quedaba callado? No siempre, no; pero es cierto que a veces no decía palabra, y eso es otro crimen que los policías y los perros habrán de investigar. Que investiguen. Que busquen bien. Todo está perdido. Solo fue vida la vida a tu lado.
Reply.– Voy a añadir, solo para explicitar lo obvio, que no me agradás, y sobre todo que no me agradás lo suficiente para explicarte por qué no me agradás.
Maestro.– Flotas, maestro, en una bolsa amniótica de conocimientos y datos y referencias. ¿Cuándo vas a cortar la bolsa, y dejar que todo ese plasma se desparrame? ¿Cuándo vas a convertirte en un verdadero maestro, maestro?
La Secta.– Una palabra lenta y larga sale de la garganta de todos, en un lenguaje ignoto. Cuando preguntas el significado del Vocablo, te miran con una mezcla de horror y reprimenda. «Nadie tiene derecho a preguntar esas cosas», responden.
Crooby.– Estás rodeado de tus amigos de colores, Crooby, y sin embargo te lamentas por lo de siempre: que los gritos tienen que ser más agudos, reclamas, que los riñones no son buenos ni suficientes. Oh Crooby: tú siempre tan perfeccionista.
¿Cuántos años llevamos trabajando juntos?.– Un montón. Tantos que ya no sé si tú haces el trabajo o lo hago yo. Nuestras manos son ya la misma, socio, y nuestras fortunas y nuestras derrotas también. Algún día morirás, o bien moriré yo, pero el muerto seguirá trabajando –con sus virtudes y sus traiciones– en el vivo.
Pequeños placeres.– Observar la manera en que un ave dulce se deposita en el balcón; pulverizarla.
Anoche soñé que se la chupaba a un hombre.– Se trataba de un cantante famoso, que no es gay, y yo tampoco. Sostuve su verga durísima con mi mano derecha, su verga que se parecía un tanto a la mía, y le pregunté si tenía SIDA. Me dijo que no. De todos modos te voy a poner un condón, le aclaré. Pareció estar de acuerdo. Luego se la chupé. Se sintió bien.
Trifoliar.– ¿Quieres dormir? Nosotros podemos ayudarte. No tardes demasiado, no obstante: tu enfermedad va ganando terreno. ¿Fácil? No, nunca es cosa fácil. Y así como puede que pases la prueba, bien puede que no. Entiende que no somos charlatanes. No nos gusta dar falsas expectativas. Empero, tenemos mucha experiencia. Y nos encantaría escuchar tu caso. Todo lo que necesitas saber está en el trifoliar.
El auto.– Continuas buscando el auto en el parqueo, por horas y horas, por vidas y vidas.¿No te has detenido a considerar que a lo mejor el auto no existe?
(Buscando a Syd publicada el 17 de mayo de 2018 en El Periódico.)
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