Operativo
Más sangre.– Creo que en esta escenahace falta más sangre, dice, con voz fornida, el director de cine, luego de asesinar a su cameraman.
En este pueblo.– Las antiguas historias se deshacen en el polvo de los costillares. Lo único relevante son las jetas de los ancianos,sus grotescas máscaras de arrugas,raíces de un árbol inútil. ¿Qué es un recién nacido, cómo se teje? Lo saben dos, en este pueblo. Tres, a lo sumo. Pero lo saben de una forma lejana, nebulosa. El porvenir, para ellos, es más como un olvido. El propio Dios, conociéndolo todo, desconoce si esta tierra permanece; ignora que es, todavía, una porción de su Reinado. Dichosos los que supieron irse, antes de la gran sequía, antes de la gran petrificación, antes de que aparecieran los mares de la ceniza, para sorber las últimas ceremonias. Venturosos quienes tuvieron la opción de ser mortales en otro lado.
El día.– El día ata los eventos, con el sol. Su mano traza las jornadas de los infelices y de aquellos que creen ser felices también. Abre y cierra puertas, para que así los perros encuentren otras realidades. El día trae el pan y el cordón umbilical. Trae los pelotones votivos. Trae las tramas. Y desde luego trae la noche.
Operativo.– Nuestras armas son muy poderosas. Nuestros instrumentos tan sutiles. El enemigo nunca podrá percibirnos. Nos moveremos como sombras nocturnas. Como una manada de gacelas transparentes. Eso sí: morderemos como leones iracundos, para liberar lo que tenga que ser liberado, sustraer lo que tenga que ser sustraído, matar a quien tenga que ser muerto: las estructuras caerán.
El mundo será diferente.– Los edificios, como solíamos conocerlos, ya no existirán. Una moda consistirá en comer placenta. Las personas tomarán sabáticos para vivir como mendigos. Habrá un gravamen para quienes hagan mal el amor. Leeremos las emociones del otro con guantes inteligentes. Nadie habrá con recuerdos, porque todos vivirán en el ahora. Los códigos digitales se moverán como densas nubes de insectos. Nueve niños y nueve torres y nueve ópalos administrarán el mundo. Los enloquecidos (nosotros) serán puestos en bunkers enormes.
Una chica sola.– Estás tú. Y está él. Ni decir que empieza a ponerte nervioso su rostro raudo, invisible en la oscuridad.Todo esto tiene algo de lugar común: una mitología vista mil veces en películas suficientemente baratas. Hablo de esa chica sola en la estación, en la noche,y del desconocido que se arrima despacio, y con paso seguro, a ella. Parece una película barata, pero verdaderamente se está acercando a ti. O no. Puede que todo sea al revés. Puede que seas tú la que se está aproximando a él. Que seas tú la que lo está acuchillando.
Todo se está encogiendo.– El plato. La ventana. El horizonte. Todas las cosas buenas se encogen. Se hacen chiquititas, después desaparecen. Sería triste, si no fuera porque las otras cosas, las malas, también se están encogiendo. Los errores, las agonías. Tú.
(Buscando a Syd publicada el 19 de abril de 2018 en El Periódico.)
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