Hay futbol
Agua.– El mundo es agua. No raíz: agua. Triste agua
infinita. Es lo que toca: remar, nadar.
Alguien
que quieres.– Alguien que quieres, o que no quieres, ha
fallecido, y ahora tienes que viajar
a su funeral. Es alguien que quieres, o no, pero como sea es importante que empaques y te subas al avión, para la ceremonia.
Importante –tan importante– que cumplas con
los irritantes protocolos del desplazo. Que
corras entre sábanas de incomodidad, en los pasillos fugaces de este febril
aeropuerto, que aún detestas, todavía. Y
sentir la brasa de la prisa, y la prisa de la brasa, mientras ráfagas de recuerdo inundan tu cerebro. La quieres, sí, o
puede que no, pero es absolutamente necesario que atiendas su funeral, pues resulta que esta persona es parte
esencial de un relato del cual ya no
puedes, ni podrás, escapar, del cual ni su misma muerte podrá liberarte.
Bailan.–
Bailan torturados. Bailan los vencidos. Bailan ya sin
boca. Bailan en el Sur.
El
espejito.– Tengo un espejito que atrapa
a las personas. Lo único que hago es ponerlo delante del referido. En un segundo, este queda del otro
lado, como dentro de un sueño. Ni decir que a estas alturas el espejito ya
guarda una sensible muchedumbre. No
es que todos estén juntos, revueltos, en un mismo sitio, no. Cada cual tiene su
propia cárcel de espejo. Cada uno
está atrapado en su propio reflejo. Sé
que te cuesta creer en la magia de mi espejito. No te costará entonces echarle
un vistazo…
Remake.–
Terminado el remake, se fueron dando cuenta, no sin cierta perplejidad, no sin alguna vergüenza, que la película original jamás había existido...
Entre
las ruinas de la ciudad.– Entre
las ruinas de la ciudad, un perro deambula. Está perfectamente solo. Y su alma es perfectamente libre. No
necesita de filosofías o hexámetros. Su único trabajar es comer lo que los
humanos dejaron. ¿Dónde están los humanos, por cierto? Solo sabemos que una luz rubia baña los muros caídos.
Hay
futbol.– Eso queremos: mirar el
futbol. Sus formas, sus pedazos
brillantes. Te amamos futbol,
lenguaje. Hay lentas, pálidas cuentas. El hongo de la enfermedad. Madrugar –ser
exprimido. Gente muy fea, allá afuera. Hay afanes, sí, hay frío. No somos de
llorar, pero hay mucho frío. Pues bien: cuando de la pura desesperación nos mordamos un dedo, hasta
arrancarlo, recordemos algo muy
pronto: el futbol está ahí para
grabar en nosotros sus jornales de gloria. El futbol es el sueño bonito de la
pesadilla. El pájaro sobre una ciudad de ruina y sangre. Del futbol brota el
intenso poema. Lo grande. Lo que no
debiera ser insultado. Me verás viendo el futbol y entenderás
que, en esta orina, en este excremento, algo no es mercenario. Hay miseria, sí. Pero hay futbol.
El hijo
perfecto.– Mi hijo era perfecto, antes
de matar a todas esas personas. Siguió siendo perfecto, al momento de matarlas.
Y ahora que están muertas, mi hijo es más perfecto que nunca.
(Buscando a Syd publicada el 15 de marzo
de 2018 en El Periódico.)
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