'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Sanar cuesta

No sé qué día me puse a ver una película –con mucho de obra de teatro– de Salma Hayek llamada Beatriz at Dinner. La película es relevante y actualísima por varias razones que van de lo inmigracional a lo ecológico. Sin embargo aquí la estoy citando por un parlamento preciso en donde el personaje de Hayek –una sanadora– le dice algo al personaje de John Litgow –un perfecto Trump–. Le dice: «¿Cree usted que matar es difícil? Intente sanar algo. Puede romper algo en dos segundos, pero toma una eternidad arreglarlo».

Qué insight.  Sanar cuesta. Cuesta un huevo sanar. Sanar a otro. Sanarse uno mismo.         

Cuesta, para empezar, dinero. Dinero que solo algunos tienen y en este país prácticamente nadie (el caradura del Presidente, él sí ha de tenerlo). ¿Quién aquí puede pagar un seguro, una consulta privada, una intervención quirúrgica? ¿Quién tiene el espacio suficiente y el tiempo específico para regenerarse como Dios manda? ¿Quién puede, por ejemplo, salir de las presionantes dinámicas rutinarias y laborales para dedicarse a una recuperación de verdad, quién cuenta con un entorno adecuado para convalecer como se debe?
           
Por cierto que alguien colgaba la otra vez en Facebook una foto de un hospital público, en donde los enfermos estaban forzados a compartir cama. Guardo conmigo la imagen de un camastro estrecho y miserable, con dos alicaídos, uno con la cabeza en la cabecera, el otro en sentido inverso.

¿No es acaso suficiente con la incomodidad de la dolencia, se precisa padecer tales miserias?
           
Crear condiciones de salud demanda no poca energía, la clase de energía que el enfermo en toda evidencia no tiene. Por tanto es imperativo ayudarle a navegar las incertidumbres de su aflicción. Todos hemos sentido lo que es tener una perturbación fisiológica y no saber ni siquiera qué tenemos, ni para dónde agarrar. A veces los criterios médicos solo multiplican la confusión y la burocracia, sin hallar un diagnóstico y ruta de sanación cabales.
           
Ni decir que se va creando en el afectado una atmósfera de miedo y contracción (que no queda solo en su persona, sino va infectando su sistema entero de relaciones). Advienen las ansiedades, los desajustes psicológicos.

Es todo muy alienante.
           
En semejante situación, ¿cómo puede el afectado organizar una vida y una logística en torno a su padecimiento y establecer un plan de acción coherente para resolverlo? La mayoría de los enfermos carecen del entendimiento, los medios y la voluntad para sortear una tormenta tal, tormenta que, adicionalmente, los pone en contacto con el horror profundo de la contingencia y la muerte. Ni decir que son muy pocos los que cuentan con el capital interior para enfrentarse a todo ello. Se dejan caer o entran en una peligrosa zona de negación o complacencia.
           
¿Cómo culparlos? Lo verdad es que cuesta mucho sanar. El precio de sanar es muy alto. Y a veces ni pagándolo sana uno.


(Buscando a Syd publicada el 28 de septiembre de 2017 en El Periódico.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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