'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El bunker (1)



Vivo a un centímetro de la Embajada de los Estados Unidos, ese edificio eterno que ya todos conocemos, como de hormigón, y que pesa tanto que la Reforma se hunde ligeramente de un lado.        
           
Parece un bunker o una de esas horribles prisiones estatales, de los Estados Unidos justamente. Todo lo contrario a la Embajada de México, que está como a una cuadra (nos encontramos en una zona muy diplomática) y es una pieza arquitectónica menos sentada, pero más sentida.
           
La Embajada de los Estados Unidos se ha hecho de muchas de las propiedades circundantes, no sé si por compra o alquiler, o ambas cosas. Ese galeote tiene harta influencia en el ambiente del barrio, compréndase.
           
Un par de veces han hecho esos locos el soundcheck del sistema de amplificación, y eso como a las dos de la mañana, por demás. ¿Han escuchado ese sistema? Es muy potente. A lo mejor no era un soundcheck sino un empleado gringo que había fumado demasiada hierba medicinal, y decidió poner una rolita para olvidarse un rato del trabajo y de las amargas promesas de América la bella.
           
Yo ando y des–ando mucho la zona–Embajada. Por tanto utilizo bastante la primera avenida, y en particular el tramo entre la octava y sexta calles. No es como que voy a ir a dar siempre la vuelta hasta la Iglesia. Me pregunto en qué medida y con qué derecho se apropiaron de ese tramo, cuál es el trato pues. ¿Es territorio estadounidense, como la Embajada misma? Lo dudo. Pero si no lo es, ¿a qué vienen los filtros físicos, los privilegios? Tampoco alego demasiado, porque siento que la Embajada viene a poner al área una seguridad y una paz que de otro modo no existiría. Pero no puedo dejar de considerar que es una rúa por completo cooptada, cooptada por el tío Sam.
           
Gringos rostros. Pero también hay locales laborando, guardias de seguridad, choferes, en grandes camionetas Ford. Luego puede que haya otros trabajando de incognito. No sé. A mí un día un portero de mi edificio me dijo que el lustrador o chiclero que siempre está en la octava avenida es un espía de la Embajada. Ignoro si decía la verdad o no, pero desde entonces ya no lo veo de la misma manera.
           
Muchos entran y mucho salen de este lugar. La lógica por supuesto es de protección y autorización, y la estética de comunidad cerrada y acamerada. Pero por otro lado, y en contraste, también se les ve bastante relajados, a los chatos. El policía de la talenquera, tan silbante, es un ejemplo. Yo nunca descarto que desde la Embajada propiamente me anden observando con un telefoto, pero en toda honestidad nunca me he sentido realmente vigilado o intimidado por estas gentes.
           
Mi problema es que soy un gran paranoico. Al punto que, cuando vivía en la zona 9, siempre me sentía visto desde la sinagoga. Escribí en una ocasión una columna al respecto, y un judío muy simpático me invitó a entrar y ver todo el edificio por dentro, para que se me quitara la angustia. Agradecí el trato preferencial, porque ese templo también es un bunker, y no dejan entrar a cualquiera.


(Buscando a Syd publicada el 29 de junio de 2017 en El Periódico.)

No hay comentarios:

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
Creative Commons License
Buscando a Syd by Maurice Echeverría is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 Guatemala License.