'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Play

Estoy haciendo lo más irresponsable, escribir poesía.
           
Lo estoy haciendo además en el momento menos apropiado, en el que menos puedo permitírmelo. Y sin embargo, es de todo punto necesario.

Verán: he estado amurado en estos días en una torre de ansiedad. Y escribir poesía es para mí una forma de deshacer eso.

O sea una manera de hacer algo (ya que hacer nada de hecho crea y produce más ansiedad) pero hacer algo imaginativo, espacioso y libre. Como cuando a los locos los ponen a pintar acuarelas. Qué mierdas de dibujos los que hacen, pero los mantiene como quietos, a los pisados.
             
En mi caso, no es cosa de acudir a pastillas y ansiolíticos rosados: me gustan demasiado. Así que recurro a otras formas de adelgazarme la pálida. Como la meditación (con sus párpados de ataraxia) o la escritura, como ya bien dije.

Bueno, cierto tipo de escritura, porque luego hay otros tipos de escribir que en cambio patrocinan aún más presión y depresión, y me van dejando con el sistema nervioso hecho pedazos y ya marinado para el rebonito.
           
Son muchos, muchos, quienes viven ciegos en el desván  bermejo y sucio de la ansiedad, entre ráfagas de terror, leyendo un libro puro de incertidumbre. Lo torpe es que responden a la presión presionándose más y cuando se relajan lo hacen desde un sentido fijo de obligación. Su play es exigencia, lo cual nunca funciona. ¿No dijo el chino que la rigidez es amiga de la muerte?
           
La otra vez me puse a ver, nuevamente, el documental sobre Ramírez Amaya llamado El Pájaro Sobreviviente. Y ahí el maestro dice en su momento: “Lo único que he hecho toda la vida es jugar y seguir jugando”. De los niños será el reino de los cielos. Follow your bliss, recomendaba Joseph Campbell.
           
Tampoco estoy invitando a tirar todos los compromisos por la ventana. Está muy bien aquella rola noventera que decía: porque yo no quiero trabajar, no quiero ir a estudiar, etc. Pero si va a tocar la guitarra, colega, por el amor de Dios tóquela con alguna consistencia. Ramírez Amaya juega, pero juega seriamente, juega hasta las últimas consecuencias, por ello le admiramos. La poesía demanda responsabilidad y estructura. Incluso en su modalidad más play, requiere dirección y compromiso.
           
Con un espíritu de relajación, pero alerta, uno se va curando las desesperanzas. Y quizá lo mismo aplique a la comarca entera. Los psicorrígidos quieren salvar el país con su cara perpetua de ano, pero la sola manera de salvar este país será jugando, poniéndonos liminales y creativos. Es el estilo aéreo de los cerbataneros. Como escribí en un texto alguna vez: “No son el tipo de superhéroe fornido, sacrificial o ideológico. Hay que percibirlos más bien compactos, ingeniosos, ágiles, medio cabrones y difíciles de timar, porque ellos mismos son los últimos timadores, los últimos tricksters”.
           
Son chingones, esos gemelos.


(Buscando a Syd publicada el 18 de mayo de 2017 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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