'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Netcenter

Día en que un plano cenital de tipo cósmico (la tierra es redonda, es azul, moteada de retazos de blanco, estilo ectoplasma) se acerca en vertiginoso zoom in, traspasa los cielos de Guatemala, se posiciona encima de nuestra malcarada ciudad, y, específicamente, sobre un específico edificio gris, traspasa sucesivos techos, y se detiene en un cuarto o cámara en donde un grupo de netcenteros trabaja con el rictus de quien sabe exactamente lo que está haciendo, aunque no del todo por qué.
             
¿Qué percibimos de estos seres, en esta caverna luminiscente, en este resplandor ensombrado? Percibimos sus manos tecno–mórficas, que teclean incesantes y con cierta compulsión no impostada, y se hacen acompañar de bebidas hipertónicas (latas siempre más vacías que llenas, pues el turno va avanzado). A veces se toman un descanso para ver una página porno, en donde ahora una mujer dilata considerablemente el ano, que boquea esperma, y los netcenteros lo contemplan todo, entre bromas pueriles y misóginas, próximas al bestialismo, en tanto que el screensaver de otra computadora proyecta diseños psicotrópicos de fúlgidos colores carmín, por igual líquidos y fractales, aceitosos y geométricos.
           
Esto, todo esto que llaman un netcenter, todo este fervoroso e insomne nido de pantallas, es financiado por un señor bovino–funcionarial, él mismo un sobrado ignorante en cuestiones digitales, pero empleador de este tipo de estrategias muy poco dominicales, obtenidas, metabolizadas, estas estrategias, a través de ya unos años de posturas rastreras, en este siglo veintiuno que siempre sí tiene algo de neblinoso y medieval.  
           
Ninguno de los netcenteros conocerá nunca a su magno patrono imperial, eso es un hecho; y sin embargo todos trabajan para él con cierto brío acerado, desposesionados de cualquier requerimiento ético, de toda custodia moral, de este o aquel escrúpulo significativo, mientras monitorean las redes sociales, propician una calumnia migada de mala onda, o cranean doctamente un hackeo.
           
En particular uno de ellos destaca por su angulosa entrega, por su afiliación entre mercenaria y fanática, entre pirata y soldadesca, entre furtiva y patriota. De sus dedos, de las junturas magras de sus dedos brota todo un conjunto de defensas desproporcionadas y ataques vergonzantes; tendencias con olor a cloaca y hashtags exultantes; campañas negrísimas y adscripciones bíblicas; troleos babilónicos y apologías viscerales; portentosas difamaciones y prestigios retóricos; falsos perfiles y perfiles falsos…
           
No se hable más: el empleo es hacer y deshacer personas. Y todo eso en contra y a favor sale a la sociosfera digital con inderrumbable convicción, con salitrosa certidumbre, con hervido compromiso, como una quilla memética, para convertirse en un devorador y tóxico trending topic, sobre el yunque crepuscular y gimiente de la opinión pública. El honorable, ebrio de criterios, se subirá a no dudarlo a esta ola impura.
             

(Buscando a Syd publicada el 16 de marzo de 2017 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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