'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Azúcar

Blanda, blanquísima, negrificada azúcar. Desde algún subsuelo, los zombis de azúcar se levantan, no para comernos, sino para ser comidos. Y bueno, los comemos. Al comerlos nos volvemos zombis nosotros.
           
He corregido muchas hábitos malsanos y el azúcar definitivamente no es uno de ellos. Dejé el alcohol –que es azúcar– pero me quedé con el azúcar –que es alcohol, es droga–. No fumo pero fumo azúcar, esnifo líneas de cocacola, me inyecto sobreabundante helado de galleta, que me forja un hígado graso. Vivo consecuentemente asustado y al pie del pánico, porque sé que en la próxima curva me espera, por todo lo que reza el sentido común, una diabetes clásica, una diabetes Bogart.
           
El azúcar posee una jerarquía total en nuestras vidas. Es la droga para siempre legal que se ha incrustado en nuestros cuerpos y nuestras entrañas y que alimenta preponderantes y devoradoras colonias de bacterias que gritan al unísono: “¡Mueran los exámenes de glucemia!”
           
La semana pasada la OMS pedía un impuesto de 20% a las bebidas azucaradas, y a los sensatos nos pareció sensato. Y sin embargo tanta sensatez no impedirá que sigamos acarbonatándonos como los coches temerarios (e insensatos) que de plano somos, en perpetuo estado de apetencia. Cuando yo era chiquito los litros de gaseosa eran de a litro; luego fueron aumentando futurológicamente, y se volvieron de dos y tres litros; pronto vendrán normalizados e intensificados en potentes garrafones de cinco galones. ¡Te maldigo, Alejandro Magno, que trajiste y tus esbirros el veneno brujo de la India!
           
No voy a enumerar aquí los 76 peligros (según un webiste que tengo abierto) que ocasiona el azúcar a la salud. No quiero causar pánico. Pero de todas manera pareciera ser que no sirve de nada circular esta clase de informaciones (como el documental Fed Up) dado que seguimos hartándonos de azúcar, con pánico o sin él.
           
Y cuando procuramos ponerle límites al azúcar son algo así como líneas tipo Maginot, muy fáciles de circunvalar. Para mientras, lo que sabemos es que la gente del azúcar hace campañas redondeadoras y paternales, para manejar percepciones, frena leyes, paga atléticos estudios científicos, pone a tribunos y bloggeros esmaltados a dialectizar, y en suma nos envuelve en un cosmos de caries, adicción y necrodulzura.  
           
Es cierto que la cultura del azúcar está cambiando, como cambió la del tabaco, pero da la impresión que la cosa aún está en albor, y que no alcanza los protocolos correctivos necesarios. Es increíble constatar cómo el azúcar y sus suicidios–genocidios todavía se ocultan con relaciones públicas, cuando lo que se necesita es poner las cartas en la mesa, de una vez por todas. Así las cosas, la palabra clave es transparencia.
           
No puedo decir, en toda franqueza, que después de escribir esta columna podré reducir y desintensificar mis niveles compulsivos de azúcar. Pero espero de corazón que ustedes sí puedan hacerlo.


(Buscando a Syd publicada el 20 de octubre de 2016 en El Periódico.)

No hay comentarios:

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
Creative Commons License
Buscando a Syd by Maurice Echeverría is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 Guatemala License.