'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







La escafandra

Respeto y admiro tanto la causa feminista, que me indigna lo que ciertas personas hacen a veces con ella, la forma en que la cooptan, el modo en que deciden quién y no puede opinar al respecto, o en su nombre. Siendo la pregunta de fondo: ¿por qué estoy obligado a practicar su causa pluralista –causa que también es mía– en sus términos no pluralistas?

Aquí tres cosas que escribí en Facebook sobre el tema:

1. Como todos nuestros relatos pluralistas, el feminismo ha ingresado a una fase espectacular de comoditización y de hipercirculación memética, y en ello hay pérdidas masivas de enriquecimiento, articulación y avanzada creativa. No hay mayor enemigo de una causa, sea feminista u otra, que una comunicación unidimensional. No permitamos que la lucha de género decaiga en lucha genérica. El feminismo es un arte.

2. Sería, es un error colocar los feminismos consensuales por encima de los feminismos desalineados o, como les llamo, de la solitariedad. Estos últimos son cruciales para mantenerse a una saludable distancia de todo feminismo demasiado religioso, excesivamente rígido, así como de todo mcfeminismo. También son cruciales para preservar la explosividad feminista auténtica y la creatividad, diversidad, divergencia y emergencia de la causa. Desde luego los feminismos consensuales de su lado son importantes para temperar algunas de las crudezas punkis, agresiones arbitrarias y narcisismos que ya sabemos, cuando de plano no tienen sentido. Son importantes para crear, en términos generales, pactos, ideologías y sistemas feministas. Y son importantes para formular sororidad y sensibilidad cultural. Los mejores diseños feministas son aquellos que saben combinar consensualidad y solitariedad de una manera práctica y artística. A veces lo conveniente es poner más consensualidad que solitariedad en la fórmula, y a veces, y a todas luces, lo inverso. Pero ambos ingredientes tienen que estar de hecho siempre presentes, o comienzan a manifestarse toda suerte de afecciones en la propia práctica feminista.

3. Lo que he visto en algunas de estas feministas (porque de hecho, y menos mal, no son todas, ni todos) es una rampante impunidad intelectual. He visto la urgencia con la cual están dispuestas a utilizar el tono más autoritario y la delación más atrabiliaria por encima de la claridad y el argumento. He visto el doble rasero, la ridiculez de endilgar al enemigo percibido los mismos defectos y agresiones que consistentemente emanan. He visto cómo luchan contra la normativización normativizando, y contra la exclusión excluyendo. He visto cómo caricaturizan a sus anchas pero ellas mismas no escapan a la caricatura. He visto su predilección por la persecución y el linchamiento colectivo (disfrazado de sororidad, con lo cual deforman una hermosa noción feminista). He visto cómo en el debate individual pareciera ser que ya no son tan poderosas como suelen autopresentarse en el hashtag, el videoclip o en la jauría endogámica. He visto cómo gestionan la calumnia, cómo presentan sistemáticamente al otro como algo que no es. He visto una incapacidad, me parece ya crónica, de parentetizar su propia identidad. He visto cómo viven en una escafandra sellada, un loop sin salida, un sistema paranoico de percepciones, uno que está armado de tal manera que siempre y sin falta se autoconfirma, y que en el presente caso no está dispuesto a recibir feedback crítico alguno. He visto, en resumidas cuentas, una falta preocupante de alteridad.


(Buscando a Syd publicada el 27 de octubre de 2016 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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