'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Pelearse en las redes (2)

Si he de ser sincero, yo no estoy tanto en las redes sociales por conectar con los otros, en el sentido exclusivo de socializar con ellos. Yo estoy más en las redes para expresarme, un enfoque muy distinto. Me sentiría mucho más cómodo si las “redes sociales” se llamaran “redes expresivas”.
           
Hay una diferencia abismal entre comunicar para socializar y comunicar para expresarse. Como no estoy en las redes sociales para hacer amigos, entonces no soy particularmente delicado con lo que digo. No soy delicado y me reservo el derecho a no serlo. No juego en el bando de la corrección política, de la “tolerancia”. De esa cuenta, a mí me da igual si una confrontación digital termina en un unfriend o en un blockeo.
           
Dicho esto, procuro no perder la elegancia. Creo que una sacada de madre o ridiculización siempre tienen que venir acompañadas de cierta categoría. Sin blanquear el insulto, celebro la sutileza. Es el arte de insultar.
           
Luego todo embate serio demanda cierto grado consciencia estética, me parece. A pesar de que todos mis posts siempre se hacen desde una suerte de urgencia, yo siempre busco en ellos alguna clase de efecto. Claro, ocurre a veces que el efecto mata la claridad. De igual manera, a veces la claridad mata el efecto. No hay fórmulas.
           
Que uno no quiera perder la distinción –en forma/fondo– no quiere decir que otros no lo hagan. Pero si otros deciden ponerse torpes, sucios y simios, al punto de llegar al agravio y la calumnia, eso está fuera de nuestro control. Aquí es donde un sentido de protección es recomendable. Hay un Sun Tzu de la guerra digital.
           
A veces es uno el que pierde la elegancia, contra las mejores intenciones. Es normal. Todos estamos perdiendo la elegancia todo el tiempo. La fricción es constante y es dolorosa. Una purga necesaria, mientras aprendemos a usar esta (relativamente) nueva modalidad cultural del intercambio internético. La verdad es que estamos en pañales. Aún si avanzamos a zancadas extraordinarias, apenas empezamos a entender cómo funciona esto de la comunicación web.
           
Hace unas décadas nomás, lo normal para la gente de a pie era sostener diálogos con un grupo limitado de personas en un espacio localizado. Hoy la transversalidad radical del internet nos permite comunicar con miles y hasta decenas de miles de personas al mismo tiempo, en todas partes. Nuestras palabras tienen resonancias inusitadas. Y, por supuesto, la desavenencia es mucho más intensa. El quinto chakra colectivo se abre, y eso es un proceso doloroso, un parto.
           
Pero de otra parte cada vez nos volvemos más inteligentes para emanar perspectivas en el cerebro global, y eso implica lidiar con la codependencia digital. La codependencia digital que se debate entre el linchamiento virtual y la sublimación viralizada, entre el cinismo compulsivo y la correctividad a ultranza, entre la entronización obcecada y el troleo cholero.
           
Aprenderemos.


(Buscando a Syd publicada el 18 de agosto de 2016 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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