'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Pelearse en las redes (1)

Vivo peleándome en las redes. Es una cosa de todos los días. A veces es divertido. Otras muy desagradable.  
           
No soy el único, por supuesto. Cualquier usuario solido de redes sociales conoce el nada sutil malestar que acompaña una buena pelea digital. Una dura contienda de comments. Un tuitvergueo.
           
Especialmente cuando se trata de una pelea de trincheras. Tras una de estas riñas, siempre anticipo un shock diabético o algo así. Más cuando no se trata de una mera pelea, sino de una seguidilla y con muchas personas simultáneamente. A veces inclusivo caigo en temporadas confrontacionales, alfaques les llamo yo. Termina uno con el sistema nervioso francamente pulverizado.
           
Es el infierno de la comunicación a escala. Desde hace décadas nos advertían los futuristas y los enterados que la nueva etapa cultural iba a venir con una presión informacional sin precedentes. Ahora nuestros sistemas nerviosos están viviendo un proceso delicado de ajuste, sin el cual no aguantaremos semejante tráfico masivo de data y criterios.
           
No faltan las personas que miran con nostalgia la vieja era. Y a quienes les gustaría regresar a una especie de orden pre/internético. Toda una fantasía, que consiste en edenizar aquellos tiempos previos a las discrepancias digitales. Pero eso es como querer volver al universo antes de los vehículos de transporte: un ensueño bonito, pero completamente infactible. Desaparecer en el anonimato del offline ya no es una opción.
           
Tampoco estoy en contra de hacer desintoxicaciones de redes sociales. He visto que muchas personas se van de las redes, por aquello de limpiarse de ellas. El problema es que cuando vuelven todo sigue igual. La desintoxicación ha resultado ser un paréntesis agradable, pero nada más. Al entrar de nuevo en contacto con la presión comunicacional, el malestar, la paranoia recomienzan.
           
Es mucho más valioso aprender a lidiar con los retos del diálogo virtual antes que circunvalarlos (aunque admito que hay conversaciones que son callejones muertos, de las cuales no queda otra opción sino retirarse). Es un aprendizaje perpetuo, de prueba y error. Por mi parte, algunos encontronazos los he resuelto con gracia, otros no. Pero de todos he aprendido.
           
No vayan a creer que me fascina la guerra. Contrariamente a lo que consideran muchas personas, nada me gusta entrar en controversia. Lo que sí me gusta es la claridad. De ahí mi proclividad al debate. Es por mi forma de ser: la confusión me repugna.
           
Por ejemplo, no es infrecuente que otro piense que yo pienso determinada cosa, cuando pienso algo enteramente distinto. Es un trabajo perpetuo de matizar y esclarecer. De más está decir que no puedo clarificar tanto como me gustaría. ¿Quién puede realmente? ¿Quién cuenta con semejante tiempo y energía?


(Buscando a Syd publicada el 11 de agosto de 2016 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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