'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Marcas & empresas

Ando bien ocupado trabajando.
           
–Bueno, por una vez que trabaje.
           
No sea malo, lector. Yo he cumplido con mi cuota de negreo a lo largo de muchos idiotas años. Que ande laborando a menudo en cosas inútiles, indóciles, como libros narrativos, como poemas, como columnas subjetivas de opinión, eso es otra historia.
           
Pero luego resulta que también trabajo considerablemente en asuntos más aterrizados, que son los que de hecho me dan de hartar.
           
Les cuento: desde hace muchos años mi esposa y yo hemos construido haciendo una suerte de tándem laboral, volcado a la identidad corporativa y el diseño de marcas. Ella es definitivamente la experta aquí, con un background total en mercadeo, estrategia y comunicación. A lo largo del tiempo es ella quien me ha preparado y marinado en estas cuestiones. Hasta el punto de que hoy en día es frecuente encontrarme leyendo libros a los cuales antes jamás me hubiese acercado por principio ­–branding, marketing, diseño organizacional, etcétera.

Alguna cosa he ido aprendiendo.
           
Admito que no tengo estudios formales en mercadotecnia, publicidad o nada parecido. Estudié unos años (sin ni siquiera graduarme) filosofía y letras, eso es todo. Sin embargo, puede que el hecho de comparecer desde un ámbito totalmente ajeno al que he venido aludiendo me pone en una situación incluso original para entender las compañías y corporaciones. Quizá lo periférico de mi punto de vista ofrece, cada tanto, cierta frescura o claridad. Dicho así: es justamente porque no tengo especialización alguna en el presente territorio que puedo dar insights no convencionales al respecto. 
           
Por supuesto, esto no quiere decir que no esté absorbiendo la información del caso, de modo constante, en  mística autodidacta. El mero hecho de interactuar con tantas empresas, instituciones, proyectos, me ha dado un saber general que valoro bastante.
           
Todo esto parece menos resplandeciente –menos exultante– que el Bardo, pero de hecho resulta ser un cosmos bastante estimulante.  He dicho ya antes que, para mí, conceptuar y escribir una plataforma de marca, aún si no implica mayores derivas verbales, es de hecho tan interesante como redactar una obra literaria. El placer neural es, contra todo pronóstico, el mismo.  
           
Toda esta experiencia me ha servido para entender algo: que uno puede ser autor de muchas maneras, que aquellos que escribimos podemos relajar nuestros usual esnobismo e incurrir en zonas foráneas a la literatura pura, que los intelectuales pueden emerger sin pena de su reclusión contemplativa e impregnar perímetros laborales que a primera vista parecen contraintuitivos, pero que luego terminan siendo fascinantes.
           
Este lugar que yo juzgaba hace años ominoso –el de las empresas, el de las marcas– a lo mejor nos rinde una sorpresa. Hay personas que creen que es aquí donde reside el Boogey Man y por supuesto que hay razones de peso para así considerarlo –siendo yo el primero en consignarlas– pero lo cierto es que he visto igualmente en este mundo no poca generosidad y heroísmo.
           
Por tanto me revienta cuando algunas personas hablan de la totalidad de la clase empresarial como si fuera la barra de los Ayudantes de Satanás.
           
Matice, mi hermano, matice.


(Buscando a Syd publicada el 28 de julio de 2016 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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