'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







La sombra del héroe (3)

La mucha luz arroja mucha sombra: no son aparte. De igual manera, el heroísmo ciudadano, por un lado admirable, también incluye áreas ciegas, inconscientes, algunas mefíticas.
           
Por ejemplo, hemos visto formas de intención ñoña y sublimatoria que, sin una visión panorámica auténtica, dan lugar a frankesteins causales. O bien es tal la autoabsorción en el propio relato vencedor que se omiten desarrollos y aspectos cruciales del mandala nacional.
           
Esta locura es muy contagiosa. Yo le llamo síndrome de la Plaza o folie à deux ciudadano. Los afectados por este síndrome mitologizan como que no hay mañana, sin atreverse a tomar posiciones marginales, incómodas o autónomas, que puedan afectar la narrativa paladina que creen estar viviendo.
           
Es obvio que necesitamos reformar. Pero todo reformador precisa –además de relajarse un poco– entenderse a sí mismo y su situación enteramente.
           
Un problema es cuando el citoyen o la institución proyectan un poder que en realidad no tienen del todo, cuando alucinan conocimientos y capacidades que no poseen a cabalidad. Y ahí los tienen cantando las glorias del pájaro de la transformación, pero resulta que este Albatros no vuela como tenían pensado.
           
O vuela para otra parte.

Dentro de este caldo cívico hay muchos tontos útiles que, en su creencia obcecada de que están sirviendo el bien, terminan sirviendo agendas ambiguas o programas ocultos de terceros (su propio trip heroico no les permite verlos). Un montón de jellyfish flotando en los diseños mediáticos y políticos de turno.
           
Los hay, en cambio, que se resitúan en una exterioridad intocable, desde donde señalan a todo el mundo, pero sin de veras poner un naipe real en la mesa.

Una posición demasiado cómoda. Incluso la Plaza es una extensión de este tipo de comodidad: una coordenada sin riesgo, salvo el riesgo de que te estallen los oídos, por las irritantes vuvuzelas. Lo que llamamos liderazgo social muchas veces no pasa de una manera sublimada de desidia.
           
(Algo similar pasa con algunos órganos de prensa, que de un tiempo para acá ya no generan ellos la conversación periodística, ni dirigen los insights mediáticos. Solo se limitan a responder pasivamente a los estímulos y encuadres que les ponen delante, desde una especie de circularidad enlatada. Algunos telenoticieros por ejemplo llegan al colmo de solo dejar correr la cámara en las audiencias, sin edición, comentario ni editorialización de ninguna clase. Así de inercial es su labor. No califica exactamente como periodismo de alto nivel. Para mientras, podría decirse que la CICIG tiene cooptada la vida noticiosa nacional. Es en verdad como si ya no hubiese noticias fuera de la CICIG.)
           
Una cosa es delatar el sistema en lógica espectadora y señaladora, y otra es tratar con sus energías reales –más grises de lo que estamos dispuestos a admitir. Sin exculpar a nadie de nada, creo que hacer política real, en la pura noria, demanda cimbreo. Cimbreo no quiere decir ocultamiento, ni falta de eticidad. Cimbreo quiere decir cimbreo. No podemos perder la intensidad estratégica ni la perspectiva de alcance.  
           
Un aspecto abominable del héroe es cuando en su ablución purgativa barre incluso con lo que es bueno. Esto se refleja de varios modos. Uno de ellos es que cualquier cosa que huele a poder personal, ganancia privada o diagonalidad es vista ya con desconfianza.
           
Y menos mal.
           
Pero menos mal hasta cierto punto. Lo más detestable de los corruptos y de los propugnadores de la casuística obscena es que arruinaron para todos la soteriología de la oportunidad y la mística del ascenso y gremial fluido. El empresariado, que nunca articula nada correctamente en este país, no ha sabido articular esto. Y sin embargo le corresponde.
           
Otro ejemplo de cómo se tira el bebé con el agua es cuando empezamos a dar signos de ingratitud molar con personas que han nos han servido y han servido en la ferretería democrática, de uno y otro signo. A veces ninguneándolos, a veces devaluándolos, a veces ya linchándolos.
           
De hecho, cuándo hablamos de nuestra luz social, de nuestra cruzada redentora, lo que no manifestamos es lo mucho que nos gusta demonizar y crucificar al otro, y verlo caer al fondo del abismo.


(Buscando a Syd publicada el 30 de junio de 2016 en El Periódico.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre solo hablando putadas, te las das santo viendo desde el cielo como viven los mortales.Mas parece que sos de la misma mierda que criticas, si tus desvarios sirvieran de brujula politica a la gente, puta te imaginas que fumada seria esa, y bueno en el nombre de quien hablas, tuyo o te prestas para hacerle el juego a los que te mantienen, porque con tu columna en el periodico no te alcanza para pagarte la cocacola que te metes a ratos. Y si no fuera asi no estarias escribien, no....

MAURICE ECHEVERRÍA dijo...

La cobardía, la calumnia, el anonimato. ¿Qué se siente ser tan miserable?

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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