'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







La sombra del héroe (1)

La CICIG da, semana a semana, sus golpes de férula, con autoridad talmúdica. Recientemente estas investigaciones tocaron al señor Erick Archila, quien había estado a la cabeza del Grupo A, consorcio mediático.
        
Me atañe, porque yo trabajo en uno de los medios del consorcio mencionado. Y en vistas del presente affaire, escribí unos posts en los días pasados en mi página de fb, para rendir mi posición.
        
Uno decía:
        
“En Contrapoder –que considero una notable plataforma periodística– yo siempre he sentido que trabajo para mi querida editora, María Marta Sandoval, y para Juan Luis Font, por quien pongo las manos al fuego. Del señor Erick Archila nada puedo decir, porque no lo conozco. Una vez me lo encontré en el ascensor del edificio de Contrapoder, y no hablamos, según recuerdo bien. Tal y como está la situación, en este momento, me parece que es dable compartimentalizar las cosas, y sostengo mis lealtades laborales. Otra cosa me parecería indigna y sin carácter. Pero estoy viéndolo todo, claro. O como dijera el maestro zen: ya veremos.”
        
Luego, al ver la metralla que estaban recibiendo los colegas de la revista, escribí nuevamente:
        
“Aquí trazo la raya, y me pongo del lado de los colegas de Contrapoder. Al carácter vindicativo del    chapín –crea Cristos para después crucificarlos– yo agregaría su ingratitud infinita, que disfraza de una rectitud fantástica y didascálica. Es la clase de rectitud que no solo olvida, en un post automático, los sudores, batallas y talentos de los periodistas del caso, además no matiza nada y todo lo tuerce a conveniencia. Así es como los persecutores se transforman en eso mismo que persiguen: unos abogados del criterio único, con teas a gusto, para que puedan verse con precisión los cadáveres bermejos de los múltiples quemados. Pero mi experiencia es que, con rascar un poquito, uno pronto encuentra la mierda, de ellos: los Irreprochables, los Probos, los Héroes del Asco.”
        
Por supuesto, cualquier periodista, sin excepción, es susceptible de fiscalización y crítica. Pero por crítica yo entiendo la crítica honrada, no monolítica, agendosa, rencorosa, envarada, filetera ni alienada. De la crítica estoy hablando, no de la destrucción del trabajo de aquellos que han puesto el pellejo en la línea de fuego democrático.
        
Lo cual a menudo requiere entrar al ámbito real del poder. He dicho antes de los medios que no se atreven a ingresar a la política editorial viva y las gredas del marketing. Lo cual está muy bien, siempre y cuando no compensen su pretendida pureza con oportunismo mediático, chivatazos adolescentes y notas facilonas de like. Y siempre y cuando no caigan en la interpretación de machote, el reduccionismo de agenda, el narcisismo redentorial, y un cierto sentido de superioridad periodística. Hay que verlos cómo paran el culo.
        
En lo personal, admiro mucho los medios que agarran con arrojo los nutrientes que necesitan de la tierra circundante, incluso con riesgo de contaminarse. Si no hicieran eso, simplemente no podrían crecer y ser secoyas, es decir tremendos proyectos que benefician una diversidad de seres y sistemas. Los otros son lindos, en su bonsaidad, son lindos, así en maceta, pero crean menos de lo que consideran, y siempre se terminan congestionando, de un modo u otro, en su personalidad guarecida, superpersonal y endogámica. Y menos prístina de lo que creen. O quieren hacernos creer.  


(Buscando a Syd publicada el 16 de junio de 2016 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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