'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Una buena chica

Gloria Álvarez portará siempre cerca del pecho el camafeo libertario. Se le puede acusar de muchas cosas, pero no de veleidad política o transformismo: su defensa irá siempre para el individuo –o para el colectivo hecho de individuos, es decir: sin ninguna mística social– y por supuesto irá siempre para ella, la República. En un país como Guatemala ser republicano todavía tiene eso de reformador, porque todo está por hacerse en términos de Derecho. Eso viene acompañado de una cierta irritación conminatoria y moralizante, que le permea siempre la voz vesicante. Pero para ser tan reformadora, es la reina lo de lo manido. Como productora de discurso es bastante incompleta, no solo porque no conoce o reconoce, y siempre reduce, su némesis crítica –la tradición pensante de la izquierda– sino porque incluso como productora de ideas en su propia tradición es como manca. Añadamos a estas parcialidades el hecho de que no sabe examinarse a sí misma, más allá de las enmiendas públicas ineludibles, que cada cierto tiempo tiene que hacer, porque ha dicho una sandez. Le podemos dar un crédito a la Álvarez y es que está comprometida con su programa salvífico, y eso se ve en su militancia diarreica y fértil, que de otra parte le ha traído cierta reputación, y más de una nota periodística de ambos lados del charco. Tampoco vamos a decir que eso que hace lo hace bien, no, pero al menos lo hace con un sentido de entrega, remachonamente. Y desde un romanticismo ideológico y adolescente de puño al aire, que en otro contexto podría ser un cumplido, pero en este no tanto. Gloria Álvarez tiene una función ideológica entre cerébrica y muscular. No es tan lista como para ser una intelectual; no es lo suficientemente idiota como para ser una recluta. Al final termina siendo la rubia–corifeo a quien se le puede mandar a todas partes a pregonar el mensaje de las dos derechas. Una suerte de misionera ideológica: no exactamente una teóloga, por seguir la metáfora, menos una gran teóloga, pero alguien que alguna cosa sabe de las Sagradas Escrituras Republico–Liberales. Con todo, y como ya dije, no matiza mucho en lo propio ni en lo ajeno. Por ejemplo, jamás sabría separar la auténtica mística social de la cuál veníamos hablando arriba del puro y craso populismo. Populismo que detesta –y nosotros también– pero resulta que ella misma tiene algo de populista, demagógica y bochinchera en todos sus ademanes comunicacionales. Es realmente una propagandista. Decir algo mucho, decirlo todo el tiempo: no hay mayor definición de la propaganda. Y decirlo con tono, con autoridad. Porque todo está en el tono, según enseñan los más carismáticos autócratas, de izquierda o de derecha. El tono es el loro. Y Gloria Álvarez es, más que Crazy Glorita, Crazy Lorita. Lo de Lorita se le ve en lo impulsiva también, condición que le ha puesto en la picota algunas veces (pueblo miserable). En esa impulsividad le brotan los vicios de clase, aunque luego procura apagar el fuego con algún sofisma fanático, carente de humor. Crazy Lorita es muy leal a sus convicciones, que configuran una suerte de búnker ideológico, en el cual se siente muy segura, y que cuida responsablemente, como la buena chica que es.


(Buscando a Syd publicada el 14 de abril de 2016 en El Periódico.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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