The Paris Review (2)
Doy una importancia perra a eso de seguir un protocolo o secuencia de trabajo, a la hora de escribir. No soy –aunque de hecho lo fui en alguna época– de los que escribe sin agenda o dirección, en plan lo que salga.
Como yo lo
veo, en todo protocolo escritural, debiese existir alguna clase de segmento
preparatorio. Puesto así: escribir es prepararse para escribir: es escribir
preparado. Y no hay mejor forma de prepararse a escribir un texto que leer una
entrevista del Paris Review. Ahí el interesado encontrará inspiración y docto savoir faire.
Esos diálogos
directos –introducción y cuerpo– son algo más que entrevistas a
escritores: son signos literarios en sí mismos, que nacen de una reverencia
profunda hacia la palabra.
Tantas entrevistas.
Y todas tan puñeteramente buenas. Algunas muy conocidas, como aquella de Capote.
Y como esa, otras múltiples, lo mismo de reveladoras. Es un navío solido de
intercambios que data de los años cincuenta, captando a los escritores en su
concepción y conducta, en lo retórico y lo vital.
Ahí
encontraremos las intrigantes preferencias y manías de esos preclaros autores,
así como sus profundas tomas de consciencia respecto al oficio de escribir.
Hace muchos
años, se comunicó conmigo un escritor emergente, y le di el mejor consejo
literario que he dado jamás a nadie: le dije que si quería ser escritor leyera
todas las entrevistas del Paris Review.
Ignoro si lo
hizo, pero yo sigo haciéndolo. Ha resultado ser mi fuente formadora más grande.
Y para alguien como yo, que viene del Boom endogámico, el Paris Review resultó
ser una puerta hacia una sensibilidad gramático–cultural muy distinta, dándome
pronto un poderoso punto de empalme con las angloliteraturas contemporáneas y
con las globales.
Aprendí más de
esas entrevistas que lo que aprendí en cuatro años de estudios de Filosofía y
Letras. Por cierto, si yo fuera catedrático de universidad diseñaría un curso exclusivo
alrededor de estas conversaciones, bajo el entendido que es más fácil
repertoriarse a uno mismo como escritor cuando escucha a otros escritores
repertoriarse a sí mismos, y más por supuesto cuando son así de eminentes y
relevantes.
Las entrevistas
han sido agrupadas –en el website del Paris Review– en cuerpos temáticos como
la ficción, la poesía, la crítica, el periodismo, el diario, la memoria, el
ensayo, etcétera. También están ordenadas por año.
No todas las
entrevistas están disponibles online, pero sí la gran mayoría. Si alguien
quisiera leerlas en un libro directo, podría comprar uno de los cuatro volúmenes
de The Paris Review Interviews, y
mejor si todos.
Últimamente, y
por razones de un proyecto en el cual estoy a punto de comenzar, he leído los
intercambios correspondientes a The Art
of Biography, con autores como Leon Edel, David McCullough, Michael Holroyd
o Hermione Lee. Y bueno, he aprendido toda clase de cosas sobre el arte de
biografiar.
Escribir, en
definitiva, es seguir aprendiendo; es seguir aprendiendo a escribir.
(Buscando a Syd publicada el 19 de mayo de
2016 en El Periódico.)
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