Lengua (2)
Distingo dos
tipos de personas: los que escriben serote con ce y los que escriben serote con
ese. Si aún no han ustedes entendido, yo soy de los segundos.
Yo soy de los
que escriben serote con ese, pero claro, siempre hay más de un serote que te
dice que serote no se escribe así. Y luego procede a dar las explicaciones que
ya todos sabemos.
Esas
explicaciones son racionales, y a ese nivel no tengo ningún problema con ellas.
El problema es que toda esa racionalidad (que en realidad a veces es procedente
y otras veces no es más que pseudoracionalidad) mata el idioma: al pretender
informarlo lo deforma.
Esa continua
domesticación asesina la creatividad de las palabras.
Yo respondo
siempre a estos gendarmes del idioma lo mismo:
1) En primer
lugar, que me hagan el cabrón favor.
2) Luego, que yo uso la palabra serote para acentuar la condición
lazarilla e insurrecta de la palabra. Que si existe una palabra que merece no
obedecer las reglas y regulaciones es esa.
3)
Que en términos generales no seré yo quien vaya a ser secuestrado por los
legalismos semánticos del DRAE. Que sus minutemen me tienen sin cuidado (y por
favor, no me vayan a poner cursivas a la palabra minutemen, solo por venir del
inglés, me la desnaturalizan). Que ni Dios ni el DRAE tienen dominio absoluto en
mi manera de usar las palabras, abierta a toda clase de innovaciones e
influencias culturales, más allá de cualquier lectoescritura autorizada y
casticista y a menudo castradora.
4)
Que escribir bien no es por fuerza escribir como lo dicen los artefactos
léxico–sintáctico–ortográficos, que por demás siempre están cambiando, de
acuerdo a las autoridades de turno. Que pasa que hay muchas personas que saben
y aplican perfectamente los dictámenes consensuados pero igual escriben con el
culo. Lee uno sus textos y resulta que son los más sosos y olvidables del
mundo: no poseen magia, porque están encorsetados en un sistema de valoración
que encierra y asfixia las palabras y no les permite volar. Y que en cambio hay
otros que se saltan todos esos controles, animados por un espíritu verbal libertado,
y escriben gloriosamente, hacen frases que son pájaros gloriosos, pues se
atreven a expandir y jugar con la forma y fondo de las palabras.
5)
Que en realidad no escribo serote con ese siempre. Solo cuando me da la gana.
No me interesa caer en un dogmatismo inverso. Sé bien que romper sistemáticamente
el canon de la lengua produce un nuevo canon, una nueva rigidez, un nuevo
tedio.
6)
Por último, que los invito a que lean el texto de José Joaquín Blanco (por
antiguo, no menos acertado) llamado La
chida pureza del dese, perteneciente a su libro Un chavo bien helado, encontrable en la web, y en donde entre otras cosas dice que la sociedad no tiene por
qué hablar con la Voz del Amo.
(Buscando a Syd publicada el 28 de enero
de 2016 en El Periódico.)
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