'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Las Américas

El otro día que fui a El Periódico me di cuenta que en Las Américas habían puesto semáforos. Una era ha terminado, pensé.
           
Pero la verdad es que esa era había terminado desde mucho antes. Hace rato que la Avenida de Las Américas ha dejado de ser esa rosa vial, elemento dominguero de serenidad burguesa, para convertirse, especialmente en la hora pico, en una auténtica patada en los riñones. El crecimiento inmobiliario y la explosión del skyline, pero además el hecho de que Las Américas es cada vez más un conducto dinámico a zonas poblacionales densas y semisatelitales, contribuyen a su tráfico creciente.  
           
Tanto carro no ayuda a mantener la grave mística de aires liberales que se quiso allí implantar, para celebrar el espíritu panamericano. Tampoco ayudan ciertos detalles semisurrealistas, ya ballardianos, como el viejo avión anacrónico de la Fuerza Aérea y, en su momento, inclusive, un platillo volador.
           
Visto desde una perspectiva, la Avenida de Las Américas tiene mucho de cómica. Alguna vez escribí un artículo que reseñaba con suficiente ironía sus plazoletas, monumentos, bustos. Un recorrido que arrancaba desde ese pequeño falo –ese falito– que es nuestro Obelisco, hasta la estatua engasada de Juan Pablo II.
           
Mi historia personal –que es la historia también de cierta clase social– está unida a esta avenida y sus sitios de ocio. Sitios como Pops, o el cine Las Américas. Aquel era el paraíso edilicio y arbolado de mi infancia. A Hardee´s iba yo con mi madre, mientras otros se subían a los caballitos de carne y hueso, que iban dejando tristes regueros de caca. A mi hermana la pasábamos a recoger, creo recordar, a la heladería Scribona, que era el lugar mamón donde se juntaban los teens de la época. ¿No había un restaurante famoso, el de Vittorio? Innumerables cosas que antes existían –no sé, un videoclub, un parque de diversiones, una pista de patinaje, un bar llamado Danny´s– ya no existen, ya no son.  
           
Más tarde hice mucho skate en Las Américas y alrededores, y me emborraché y drogué perdidamente en sus plazas, como lo hiciera igualmente en tantos lados de la ciudad. Noto que la gente hoy en vez de chupar en Las Américas, más bien sale a correr y saca a los chuchos. Y es que, con todo, Las Américas sigue guardando una atmósfera de seguridad, de confort, de paseo burgués, aunque no ha escapado por ello al crimen, al hurto, al propio sicariato.

En fin, estas cosas venía pensando, mientras el semáforo me miraba con su ojo rojo.


(Buscando a Syd publicada el 18 de junio de 2015 en El Periódico.)

1 comentario:

lester oliveros dijo...

Dannys... jajaja, una vez con un afaire que vivía en el edificio Santader fuimos allí... el chavo se vestía de Elvis y tenía un carro rosado... creo que alguna vez salió en el desfile Paiz... alagran que recuerditos...

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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