JRZ (2)
Por supuesto, su
estilo frontal le ha valido toda clase de episodios desagradables, que no vamos
a enumerar aquí, pues son de todos sabidos. Nadie puede decir que JRZ no ha
hecho sacrificios.
Me he
preguntado incluso si no hay incluso un “death wish” en ello: si José Rubén
Zamora no quiere, en cierto modo, que lo maten; si no quiere ser, en el fondo,
destruido. Pero hay otro aspecto: la inocencia, el idealismo, la hidalguía.
Y la admirable
tenacidad. En mi caso, si tuviera que soportar el “laberinto perfecto” en el
cual JRZ vive, con todo lo que eso conlleva, ya estaría instalado en el rebonito,
o ya habría hecho check out.
Pero allí
sigue José Rubén, en la guerra, y para seguir en la guerra ha tenido que
diversificar los medios, lo cuál incluye realpolitik
y tácticas lazarillas y francotiradoras, infrontales.
Que para
realizar un proyecto como El Periódico se requiere alfilear un poco, pues sí.
Vaya usted a montar un diario de esta envergadura sin ajedrez, y estará fuera en
dos semanas.
Se habla de la
sección El Peladero, ambigua en sus métodos, y que sin embargo ha acertado en
tantísimas cosas. Cuántas veces no ha tenido El Peladero el hocico lleno de
razón, sin contar el humor carnavelero y meador de sus notas, el cojo
desparpajo, más adecuado al bufón chapín, contra el periodismo chocho...
Pero a pesar
de que Zamora habla con autoridad y suficiencia directa en sus artículos, mi impresión
es que es una persona que también tiene una dimensión modesta, atenta, vulnerable,
casi nerviosa. Si fuera alguien exclusivamente duro, amachetado y atrabiliario,
entonces de seguro ya hubiera pasado a ser uno de los sujetos autócratas y
coercitivos que tanto detesta.
Pero de hecho
hay mucha sensibilidad en su persona, mucha; y eso se ve por cierto en la
manera en que aprecia el ámbito de la cultura y sus guardianes.
Celebro a José
Rubén Zamora. Le reservo admiración y lealtad.
(Buscando a
Syd publicada el 16 de julio de 2015 en El Periódico.)
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