JRZ (1)
Cariño,
lealtad, que viene claro del hecho de haber trabajado en su diario (no soy de los
que no guardan gratitud a sus empleadores presentes o pasados). Pero además
porque al conocerlo me dejó la viva impresión de ser un tipo afectuoso, decente
y cabal.
Y no es que lo
conozca tanto, porque de hecho lo conozco poco. Salvo unos días sensibles y
fraternales que trabajamos juntos en un proyecto. Pero en esos días no vi por
ningún lado ese brusco manipulador o sinvergüenza de los medios, como a veces
lo retratan sus detractores (con sus repetidores wifi), mismos que siempre le reservan
un comentario sea avinagrado o catequista. Muchos de esos detractores, dicho
sea de paso, sí me dan mala espina. Habrá que ver lo que ellos dejan al final,
en comparación a lo que ha dejado José Rubén Zamora.
Profundo
trabajo de informar y rendir claridad ha hecho JRZ, de sacar a luz tantas
sombras del sistema, de unir múltiples pedazos del rompecabezas oscuro que es
este país. ¿Dudaremos que Zamora es quien mejor ha dibujado la línea de
continuidad entre el antiguo de orden de la guerra y las corrupciones actuales
y la rapaz, rapiñesca, cleptocracia (palabra que tanto usa, con tanta razón)?
Zamora ha sido
guardián fijo en los diarios, gracias a un espíritu permanente de denuncia, que
ante mis ojos le ha dado autoridad y respetabilidad como comunicador, la clase
de respetabilidad que va más allá de cualquier premio, por muy prestigioso que
sea, y Zamora de esos tiene varios.
Encachimba cómo
estos o aquellos olvidan y dan por descontado su legado, un legado importante y
generoso, fruto del compromiso y del afán. Se olvidan por ejemplo de Siglo XXI,
refiriéndome al Siglo XXI de aquella época, un proyecto lúdico de resistencia y
coralidad democrática, que además aglutinó a todo un sector pensante,
escritural y creativo. Luego vendría El Periódico... El Periódico ha sido una
empresa en el sentido más hondo de la palabra: un riesgo, una gloriosa aventura,
un naipe en la mesa.
En verdad JRZ
reformuló el juego periodístico en Guatemala, y no es un despropósito decir que
muchas gentes de valía en el gremio (entre ellas varias que han renegado sin
gracia de su persona) le deben a él su carrera periodística.
Más allá de la
contribución al medio periodístico como tal hay que hablar de su contribución a
la sociedad y a la democracia. José Rubén Zamora es uno de los mayores catalizadores
públicos, y sigue teniendo enorme actualidad y relevancia en nuestro tejido ciudadano,
con su amplio poder de admonición, procedente de un par de pelotas, contra los
empleados de la entropía, el autismo y la cianosis pública y confidencial. Lo
cual lo convierte en un alquimista de lo colectivo y en un héroe referencial de
posguerra.
(Columna
publicada el 9 de julio de 2015.)
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