Gt (66)
Termino diciendo que lo ideal sería
ahora buscar una manera de llevar esta plataforma teórica a la práctica. Pero
esos, como se dice, son otros veinte pesos.
Para hacer el presente trabajo me
inspiré en el Eneagrama (que no es psicología barata y pop, como puede
pensarse, sino un método muy elegante y muy serio de reconocimiento de
egotipos), también en la Teoría de los Arquetipos, en el Modelo Integral, en la
Dinámica Espiral, y un poquito en los Doce Pasos. Por otro lado, mucho de mi
trabajo tienen que ver con hacer plataformas de marca para organizaciones y
empresas, y eso ayudó bastante a diseñar Gt.
Quiero disculparme por la tonalidad a
veces tan didáctica, quizá incluso directorial, de este pequeño estudio
(procuré motearla a ratos de ironía, a efectos de que se sintiera menos). Y sin
embargo quiero decir que era fundamentalmente necesaria. Este cariz pedagógico
está vinculado a una inocencia: la de volver a lo más básico, y empezar de
allí, empezar de cero, como en el kínder. Volver a lo básico, al origen, es
algo que de hecho tenemos que hacer cada cierto tiempo, o de lo contrario nos
perderemos en toda clase de laberintos nacional–conceptuales. Pero luego
resulta que esa misma inocencia o apertura es un llamado a que la claridad y
dirección aparezcan. No puede surgir el niño sin que surja a la vez a su
alrededor cierto energía orientadora, pedagógica. Son dos cosas que van
naturalmente de la mano.
Lo que espero que haya quedado claro, al
final, es que no se trata de cambiar nuestra cultura, sino de sanearla. No se
trata de ser otra cosa, sino de ser lo que somos, sanamente. Ser lo que somos
sanamente es lo que debemos ser, y es lo que nos permitirá ser más de eso que
ya somos, de forma mejor.
(Buscando a Syd publicada el 4 de junio
en El Periódico.)
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