Gt (63)
Gt fue un proyecto publicado en mi columna
Buscando a Syd, a lo largo de un año
y medio. ¿Demasiado largo? Como yo lo veo, Buscando
a Syd es la clase de espacio editorial que autoriza esta clase de
desproporción o desmesura. De otra parte, en ningún otro lado sino en Guatemala
y en El Periódico podría uno publicar una seguidilla temática de más de sesenta
columnas sin que nadie –ni un editor, ni un solo lector– ofrezca una palabra de
disentimiento. Pero eso, de hecho, es lo hermoso de Guatemala y de El
Periódico: tenemos una forma personal de hacer las mierdas.
Sé que el trabajo fue medio pesado para
un lector de columnas, que evita en ellas la maldición de lo inacabable. Y eso
que procuré conservarlo sintético (en realidad estas columnas no han sido sino
notas para un hipotético ensayo, de más ambición, que será o no escrito más
adelante).
La verdad es que muchas de las
descripciones no pasaron de ser suscintas pinceladas. Así pues, pude haber dado
algo más extenso, más monstruoso. Pero el jovial abuso tenía que detenerse en
algún lado. Por demás, traté de hacer que el trabajo rimara con el formato
columnístico, por tanto que cada sección del ensayo pudiera ser leída como una
columna individual. Muy a menudo tuve que cortar las secciones respectivas para
que cupieran en 1,700 caracteres, que son los caracteres que tengo disponibles
en Buscando a Syd. Por cierto, todo
el trabajo –con sus secciones ya completas– fue subido a un blog cuya dirección
es estoesgt.blogspot.com.
Diré que no es lo mismo leerlo de poco
en poco que de una vez y por completo: invito al lector a que lo haga también
de esta manera. Por demás, dudo que haya alguien que haya seguido la secuencia
entera hasta aquí, jueves a jueves.
Si me tomé la libertad de escribir un
proyecto así de dilatado para un formato de columnas fue porque el tema me
pareció trascendental: el de nuestra identidad guatemalteca. A los ocasionales
lectores extranjeros ojalá les haya servido para conocer algo más del llamado chapín,
y mejor aún, para hacerse preguntas sobre su propia idiosincracia. La verdad es
que no sé si este trabajo en realidad ayudará a alguien, alguna vez; a mí en
todo caso me hizo mucho bien tratar de entender esto que, a mucha honra, soy.
Por ningún lado he visto un acercamiento
de veras estimulante a lo que es ser guatemalteco, y sobre todo a lo que es ser
un guatemalteco sano. Naturalmente, las conclusiones a las que arribé no están
escritas en piedra. Invito encarecidamente a otros a que saquen las suyas.
Este fue un trabajo que hice, como se
dice, por amor a mi país. De más está decir que estas conclusiones fueron
hechas con el objetivo de privilegiar el conjunto de guatemaltecos, no para
beneficiar ninguna agenda particular (por ejemplo política o publicitaria) que
no contribuya con la Espiral Nacional.
(Buscando a Syd publicada el 14 de mayo
de 2015 en El Periódico.)
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