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Saneando y sirviendo la Espiral como totalidad,
diseñamos orgánica y naturalmente los programas y condiciones de vida precisas
para que se den saltos emergentes y estratificados que “trasciendan e incluyan”
(Wilber) fases previas en el despliegue del sistema.
Hay que comprender que siempre está la
posibilidad regresar a etapas más densas de la Espiral, si las condiciones de
vida nos sujetan a ello. Por tanto necesitamos que la inteligencia de cada
nivel psicocultural esté de hecho siempre disponible. No es cuestión de
superarlo en el sentido de dejarlo atrás. De hecho, y como yo lo veo, eso es
imposible. Cada sistema memético anterior pervive, siquiera como narrativa
histórica o simbólica, pero más aún reencarna siempre en desarrollos más
complejos. Está claro que todas las plataformas culturales –una vez despiertas–
coexisten con sus estructuras precursoras, así lo deseen o no. Estas últimas no
deberán ser negadas, aplastadas, ridiculizadas o fagocitadas. Tampoco dirigidas
con una mentalidad fría, dominadora, elitista, condescendiente,
sobresimplificadora, reduccionista, uniformadora o eugenésica. O de otra parte
codependiente. Todos estos modos de ingeniería social solo traen –a la corta o
a la larga– más y más confusión y problemas.
Cuando la Espiral nacional sane, podrá
contribuir de una manera decisiva al orden planetario. Nos damos cuenta que en
este mundo globalizado y multidimensional hay una constante colisión y
migración caótica de memes y humanos, que requiere ser comprendida y
administrada desde una metaperspectiva superior y una mística unitiva concreta.
(Columna publicada el 30 de abril de 2015.)
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