'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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Equilibrio. En términos generales, es trascendental no sucumbir a cualquiera de las dos aristas patológicas del posmodernismo: inaguantable corrección política o desacralización compulsiva. A menudo ambas se sostienen y nutren parasitariamente, de tal manera que podemos hablar de un relativismo totalitario, o bien de un integrismo de lo relativo, de lo periférico, de lo insolente y de lo individual. ¿Cuántas veces no hemos visto cómo la vendetta progre y antiestablishment se torna en otra forma de congelación y de jihadismo?
           
Esto es importante: la liberación de las perspectivas trajo consigo una nueva reificación de perspectivas, una nueva oleada de concentraciones mórbidas. Irónicamente, muchos centros de idealismo posmoderno se vuelven persecutorios ya sea respecto a los antiguos amos discursivos pero también respecto a nuevos agentes transversales, que yacen alejados de los breviarios posmoideológicos de turno, sean por igual eurocéntricos o  descolonizadores. Cuando desconfiamos de esta neomarginalidad (que podemos llamar, más correctamente, marginalidad–siempre–emergente, o arreferencialidad radical) nos estamos perdiendo de una tremenda fuente de energía creativa.
           
Todos conocemos a una feminista rematada, a un defensor obcecado de los derechos animales (yo,  a menudo), a un babeante revolucionario, a un secularista insoportable, que por estar inmerso en su exclusiva zona de interés ya no percibe otras formas de ver y restaurar el mundo.
           
A veces las suyas decaen en formas de acerbo fanatismo, fervorosa intolerancia, idealismo agresivo, dogmatismo comunal, culpa social tóxica, autoimpuesta o impuesta al otro. También hay una tendencia al dramatismo o sentimentalismo trágico, en donde no ingresa ni una puta gota de humor, o en donde hay un falso humor.


(Columna publicada el 26 de febrero de 2015.)  

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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