'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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La clave es servir sin caer en la indignación barata, chirriante: la clase de indignación que lo enruida todo. Peor cuando es una indignación abstracta, borrosa, que no sabe delimitar las situaciones ni acusar en concreto.
           
Hemos de reconocer que hay modos de oposición que no suman nada (a veces por el contrario restan, desmejoran la situación) y son una completa pérdida de tiempo y energía. Cuántas personas invierten su poder de resistencia en causas clausuradas o perdidas, sin percibir que otros sistemas más abiertos podrían beneficiarse de esa misma entrega.
           
Yo desconfío bastante del activismo intoxicado, irreal, quijotesco, hipersensible, etéreo. También del activismo que conlleva una apertura excesiva y enmielada hacia toda clase de agendas, desfigurándose en dispersión, no pocas veces en frivolidad, a menudo en frustración.   
           
La gran enemiga de los activistas sociales es por supuesto la frustración. Nos referimos a la frustración improductiva, habiendo también una frustración fértil, creadora. Empujemos el cambio, sí, pero entendiendo que la capacidad de cambio del mundo, y del propio país, es limitada, y que no siempre sirve ponerse convulsivos al respecto.
           
Personalmente creo que cada quien deberá escoger una o dos batallas realistas, y luego librarlas sin prisa y sin pausa, sin infladas expectativas, abandonando los frutos de la acción, como recomienda alguna escritura anciana.
           
Quienes no ceden los frutos de la acción están condenados a un pesimismo mórbido, cínico, resentido. Detestables personas que nos endilgan su cuita y desesperanza y que, cuando no respondemos a su versión encharcada del mundo, nos acusan de traidores, de indiferentes, de superficiales.
           
Una indignación equilibrada nos llevará muy lejos, en esta maratón interminable.


(Columna publicada el 19 de febrero de 2015.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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