'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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Es con una vida más o menos integrada y feliz como mejor podemos ocuparnos de crear una vida comunitaria total: justa y consistente, igualitaria y pluralista (lo cual implica apertura hacia el reino animal, vegetal y mineral), sensible y solidaria, comprometida y dinámica.  

Puede que algunos estén cabeceando del sueño, o arrancándose los pelos de la irritación, mas sin embargo estas son todas nociones, por muy idealistas, importantes. Hay que pedir testimonio de una mejor conversación social, más segura, más calurosa, más armoniosa, más sana. La horizontalidad como principio superior. En este nivel de consciencia, el entendimiento comunal adquiere una autoridad sin precedentes.
           
Se entiende que las leyes y el orden son buenos sin son para todos, si representan el grueso de la población, y si no privilegian a unos sobre otros. Son horrorosos por ejemplo esos desalojos desalmados, a veces con muertos y siempre con golpes. El enfoque simple y básico es de igualdad. Todas las perspectivas son iguales en el sentido de que todas tienen derecho a ser, y de hecho, son.
           
Cuando decimos que las perspectivas son iguales no queremos decir que no haya lugar para la diferencia. Siendo iguales, somos distintos. Entra a jugar la tolerancia, que no es otra cosa que la aceptación de la diversidad. Siempre y cuando podamos celebrar esta diversidad sin caer en el lado bestial de lo políticamente correcto, estaremos más o menos bien. Una de las cosas sospechosas de la corrección política es que al deificar la diferencia crea escenarios fantasiosos de exclusividad –tan a menudo paternalistas o  maternalistas– que rebasan la mera compensación social. Y luego está esa corrección política que es muy aprovechada, pues vive literalmente del otro.
           
No es que beneficio y caridad no puedan ir de la mano. Por supuesto que pueden ir de la mano, y de hecho es lo recomendable, como ya expliqué en párrafos anteriores. Lo que no podemos tolerar son todas esas formas de explotación discursiva y material que se disfrazan de abnegación o responsabilidad colectiva, cuando en realidad están construyendo una monstruosa plataforma de dinero, gratificación y prestigio.
           
Contra tanta venalidad, hay una forma de sensibilidad que posibilita la libertad relacional verdadera. En su lado más activo, se traduce como lucha contra la indiferencia, por virtud de la entrega social, un valor sublime. En Guatemala hay muchos ejemplos de individuos desinteresados, con gran vocación de servicio, que no buscan mórbidamente pago o reconocimiento, y sirven minuciosamente su causa, sin desviarse.


(Columna publicada el 12 de febrero de 2015.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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