'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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Por supuesto, la cultura autonómica del éxito y del dinero tiene sus riesgos y vicios y hay que subrayarlos: vicios como la explotación humana y ambiental, el grosero oportunismo, el negocio turbio, el manoseo de las legalidades, administrativas o gubernamentales, el fariseo régimen de las apariencias, la superficialidad rapaz, la motivación vacía, el materialismo, el trabajolismo y burnout, la búsqueda predadora de status, la alienación, la desconexión, frialdad social, el hedonismo descarriado.

Son muchos los agentes de este tipo de vida que observan además un insoportable, impaciente sentido de superioridad, pseudointeligente, pretensioso, esnobista, actitud que a todas luces les prohíbe compartir y apreciar al otro, y de veras mezclarse con él. Más bien se encierran en entornos–burbuja, en una vida ideológicamente fría, rechazante y abstracta, más y más lejos de la realidad circundante y sus vulnerabilidades.

Todo lo cual es, por decir lo menos, enfermizo. Porque hay cosas elementales en la vida. A nivel nacional, prioridades que no pueden ser circunvaladas, en la educación, en la salud, por ejemplo, y no solo en dichos sectores. Cada cual en sus términos y de acuerdo a sus propensiones, deberá colaborar con el desarrollo y fortalecer la esfera colectiva. Como se dice, nadie llegará a la meta hasta que lleguen todos por igual.

Es precisamente por ello que no podemos darle la espalda a la cultura del bienestar, que resulta ser una plataforma realista para el activismo comunal verdadero. En efecto, ¿qué vamos a dar si no tenemos nada?

Los activistas que trabajan en condiciones escasísimas descuidan a su sus familias, su fisiología, pronto se queman, al punto de terminar frustrados y resentidos ya no solo con los que disienten con ellos, sino a veces incluso con aquellos a quienes pretenden auxiliar. Si tan solo aprendieran un par de lecciones de esos mismos productores y empresarios a quienes tanto repudian, podrían crear modelos más arraigados y sostenibles de entrega, y además sin la mentalidad y autojustificación mártir.

Aprovecho aquí para decir que esta mentalidad mártir los pone en situaciones en donde no pocas veces reciben mucho daño, en donde incluso a veces dan, sin saberlo, o ya sabiéndolo, la vida. Decir que el sistema es el único culpable de ello es infantil: siendo responsable el sistema, lo es de modo equivalente el individuo. Estoy hablando de esas personas que en su ignorancia o en su temeridad subliman con idealismo rabioso su propio instinto autodestructivo y suicida. Es lo que en inglés llaman un death wish. Decir esto en ciertos círculos es más que tabú.


(Columna publicada el 5 de febrero de 2015.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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