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Los sistemas administrativos deficientes
asimismo deberán ser reformados con intrepidez, fiscalizados con furia. La
fuerza institucional y los cuerpos de seguridad tienen que estar al centavo, si
queremos poner en cintura los anarcopoderes emergentes o ya axiales, así el
narcotráfico, y cortocircuitar los salvoconductos con los cuales se pretende
hacer dinero fuera de la dinámica del trabajo, me refiero al honorable.
En términos generales, nuestra cultura cuenta
con corrientes de decencia y dignidad, códigos de responsabilidad y propósito,
legados axiológicos y principios espirituales que urge rehabilitar en casa, en
el barrio, en el pueblo y en todo el país. Esto incluyo tener algunos malditos
modales, y aprender a modular nuestra expresión (¿qué cosa es la libertad de
expresión sin la responsabilidad expresiva?). La democratización es un evento
apreciable, pero hay que entender que con ella también se democratiza toda
suerte de vicios. Allí es donde entra el sentido moderno de orden y jerarquía,
tan repudiado por el posmodernismo, me refiero al infantil. Siempre habrá un
histérico que considere que cuando digo estas cosas estoy empujando alguna
clase de agenda facho–jihadista, o que la presente es una invitación a saludar
a la bandera (nunca ha sido mi estilo) cuando lo único que estoy diciendo es
que las personas sin ningún sentido de jerarquía exterior/interior suelen tener
problemas graves para generar otra cosa que no sea indignación o neurosis. A
los cincuenta y sesenta años, siguen siendo incapaces de sostener un nivel
serio, articulado, estable y funcional de compromiso y vida relacional
profunda. Se toman por muy auténticos, pero rigurosamente carecen de toda
médula –no tienen sustancia.
Una democracia no regulada, sin camino, sin
razón, sin integridad, es una receta para el fracaso, y un caldo de cultivo
para el populismo, me refiero al patológico. Por demás, será escandaloso para
algunos lo que voy a decir, pero no puede ser mala idea crear mecanismos laicos
y sensatos de control de la natalidad, con el fin de cuidar el equilibrio
demográfico nacional, porque esto, sinceramente, se sale de control.
(Columna publicada el 15 de enero de 2015.)
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