'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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El riesgo por supuesto es que estos individuos se emborrachen de dinero, deseo,  poder, se transformen en crudas, caóticas criaturas, volátiles, narcisistas, violentas, abusadoras, transeras, explotadoras, encomenderas, corruptas y carniceras (e. g. un narcotraficante en oriente, un funcionario en liaison con el contrabando, un jefe de pandilla en un barrio marginal, un alcalde que pide mordidas descomunales a cambio de muy sencillos permisos, un elemento de la seguridad pública que dirige ejecuciones extrajudiciales, el consabido grupo de extorsionistas y su impuesto a las camionetas, un secuestrador operando desde la penitenciaría, un diputado haciendo sus huevos en el congreso, etcétera).

El riesgo, sí, es que estas personas, descubriendo su propia autoridad, asuman pues el papel de intolerantes finqueros o chafarotes impulsivos o caciques oscuros o linchadores ciegos o milicianos encapuchados en sus reinados contenidos, y funcionen paralelamente, al margen del imperio de la ley. A estos, por supuesto, hay que ponerles coto, pero ya. Un reto inmediato para el país es rectificar inteligentemente esta energía explosiva, así en la ciudad como en el interior.   

En efecto, no podemos renunciar al orden ni a la galaxia de la ley, sea jurídica, dármica o cultural, y por supuesto no podemos caer en algún combado libertinaje o delincuencia. Tampoco desacatar la propiedad privada, salvo en casos extremadamente precisos. Los códigos correctores –los límites– deben mantenerse e intensificarse aunque, eso sí, sin caer nunca en arbitrariedades represoras, sobreimposiciones legislativas, o bien en fundamentalismos irracionales de cualquier clase. A menos que estemos dispuestos a respetar y hacer respetar las arquitecturas propias del estado de derecho y los contratos de la gobernabilidad moderna, no tendremos oportunidad de escapar la entropía estatal. Pronto seremos (y ya fuimos) desbordados por las olas crecientes de abuso y corrupción, y el virus esclavizador de la impunidad.


(Columna publicada el 8 de enero 2015.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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