'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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En términos genéricos, al guatemalteco no le calzan muy bien los extremos. Siempre que desea jugar a extremista, a figurante, le va mal, termina en caricatura, aunque no se dé cuenta.

La primera estructura moral que vamos de esa cuenta a inspeccionar se llama “equilibrio”, se llama “ecuanimidad”. En efecto, vivimos en un hervidero, en una torrentera de trastornos: financieros, ecológicos, etc. Es hora de volver al propio centro. De allí podremos absorber el flujo de nuestras diversísimas actitudes y realidades culturales sin dar la espalda a ninguna o sobredimensionar a cualquiera.

Véase el propio país como un pabellón psiquiátrico en donde los locos van dando tumbos neuróticos contra las paredes tercermundistas, y se abren unos a otros la cabeza con inauditos objetos contundentes, y los enfermeros también son parte de eso. Todos hemos perdido por completo el sano juicio. Para mientras, sobrellevamos la farsa de que somos los propietarios únicos y plenipotenciarios de la cordura y la armonía social. Sindicamos al resto de paranoicos y perturbados, pero nosotros mismos estamos más chalados que el Pelele. 

No vamos a recuperar la estabilidad hasta que aceptemos nuestra locura. Cuando me estaba tratando la adicción a las drogas, me dijeron que yo estaba loco y me dieron una definición muy simple de locura: falta de mesura.

Podemos decir asimismo que locura es darle un énfasis desproporcionado a una perspectiva sobre otras. Ecuanimidad, por su parte, quiere decir atender y respetar –sin privilegios arbitrarios– todos los puntos de vista de la situación colectiva. El modelo es integral, y es justo. Porque, después de todo, de justicia estamos hablando. La balanza no deberá inclinarse en especial para un lado ni para el otro: se inclinará para el lado que ofrezca más equilibrio en cada momento dado. Se entiende por demás que el medio de una situación no siempre es el medio.

Flexibilidad y dinamismo son muy importantes. El funámbulo nunca está quieto. Si deja de aplicar movimiento –por muy sutil que sea– cae. En ese sentido, no hay nada más vivo, y excitante, que la sobriedad. Un sistema fuera de balance está condenado a la desertización y la rigidez. Y la rigidez, como se sabe, es el maquillaje de la muerte. 

Otra cosa: equilibrio no significa medianía, mediocridad, apática neutralidad. Curiosamente, el equilibrio nos da la capacidad de meternos a las situaciones más increíbles, tumultuosas y desproporcionadas, y salir intactos, sin derrapar.

El equilibrio nos da, paradójicamente, el poder de la desmesura.


(Columna publicada el 7 de agosto de 2014.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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