'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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Y ahora, cabalmente, hablaremos de valores, y por valores entendemos aquí valores compartidos. En realidad, da penita en cierto modo hablarle a la gente de valores, pero por otro lado la gente siempre parece olvidarlos, convenientemente. En especial hoy es un tópico difícil, con tantas comunidades de madréporas posmodernas desconfiando de las agendas axiológicas, por juzgarlas del pasado, ridículas y de mal gusto. 

Por supuesto, no estamos hablando de un panfleto catequista para evitar el vicio y el fornicio. Queremos resaltar algo muy serio, y es que sin valores el barco titulado Guatemala se va a hundir, o ya se hundió. Se precisa actualizar y orientar afirmativamente nuestros energías primordiales por medio de un compromiso o programa de principios compartidos explícitos. Y sin embargo, no son principios clausurados o tipo fatwa, ni tampoco pseudobjetivos o esencialistas: en cuyo caso hablaremos de los valores como principios abiertos. Son principios, pero sin ninguna pretensión objetiva radical.

No queremos caer en la arbitrariedad ética, pero tampoco queremos caer en el fascismo. Estos valores nacen de las propias propensiones. Cuando no trabajamos con cualidades orgánicas de la cultura, con valores de veras propios, la cosa vuelve morosa, enajenante, incoherente y desacertada. Rectitud no siempre quiere decir integridad. Integridad más bien es la rectitud de lo auténtico. La cosa es trabajar con lo que somos, como somos.

Es decir que para que estos valores o inteligencias nucleares sean reales han de nacer de la idiosincrasia profunda del país, que he venido investigando. Será imposible para el lector entender por qué voy a elegir determinados valores sin haber leído lo segmentos anteriores de esta reflexión en progreso, sin haber recorrido pues el camino entero. Siempre está a tiempo de recorrerlo.


(Columna publicada el 17 de julio de 2014.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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