'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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La propuesta es que botemos la estatua de Tecún Umán, y pongamos una estatua de los gemelos divinos, los hermanos Hunahpú e Ixbalanqué, hijos de Hun–Hunahpú y la doncella–virgen Ixquic.

Cazadores y pendencieros sagrados, son ellos quienes nos han regalado nuestro mejor relato heroico.

Podríamos buscar durante milenios en todo el paisaje cultural maya, colonial, criollo, mestizo y posmoderno, y no encontraríamos mejores héroes que estos héroes que ganan sus batallas jugando, con inocencia, ingenio, coraje y humor. Y en tándem: juntos pues.

No son el tipo de superhéroe fornido, sacrificial o ideológico. Hay que percibirlos más bien compactos, ingeniosos, ágiles, medio cabrones y difíciles de timar, porque ellos mismos son los últimos timadores, los últimos tricksters. Con estas cualidades, nuestros cerbataneros y jugadores de pelota escapan del intenso bullying de sus hermanos mayores (a quienes convierten en monos); derrotan al pretencioso Vucub Caquix; y superan las intensas pruebas impuestas por los Señores Neuróticos de Xibalbá (que, como se sabe, no eran buenos perdedores). Los gemelos inclusive resurgen de las cenizas de la muerte, y consiguen engañar y someter a los dioses inframundanos. Luego de múltiples aventuras de picaresca mitológica, eventualmente se transforman en el sol y en la luna, asumiendo plena divinidad.

Erijamos una estatua de los gemelos, no para copy/pastearlos, sino porque ellos nos recuerdan grácilmente los valores de la autenticidad, la integridad, la libertad y la justicia. Sin esta clase de valores, no sobreviviremos a nuestra propia historia. Valores como estos son los que nos hacen héroes.


(Columna publicada el 10 de julio de 2014.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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