'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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En este estudio general de nuestras propensiones he pecado de algo: he analizado más que nada las sombras de estas propensiones, y no sus luces. Pero como dije en algún momento estas propensiones no son en su origen ni buenas ni malas. Bueno es cuando usamos una determinada pulsión para elevarnos. Malo es cuando tomamos la misma pulsión y la contaminamos con una agenda ambigua o corrupta.

Eso aplica al hecho de ser conservador. En efecto, ser conservador es un hecho neutral, que a partir de allí puede manifestarse de modos sanos o insanos.

Un modo insano de ser conservador es cuando lo tradicional deriva a lo clónico, a la copia despersonalizada y al copy/paste.

Vivimos en una cultura que se limita a reduplicar contenidos, a robar ideas y realidades, a repetir lo que ya se hizo. Se ha notado además que esta es una cultura que, no solo celebra la uniformidad, además castiga la diferencia, ahogando activamente cualquier asomo de instinto creativo. 

No importa si se trata de un edificio, una campaña publicitaria, un tuit, un sonido para una rola, o un compartimiento en un grupo de Doce Pasos. En este país, todo el mundo se lo fusila todo, todo el tiempo. La explicación está en la pereza, poca creatividad, en la falta de un imperativo de autenticidad. Y luego esos mismos gárrulos sin espíritu, palabreros sin substancia, indignados porque un politicastro se roba una tesis, por ejemplo, como si no fueran ellos mismos una perfecta copia de algo ajeno. Y todavía consiguen convencerse de que lo que están haciendo proviene de ellos y nadie más.
           
Solo seremos héroes cuando dejemos de copiar. No hay tal cosa como un heroísmo prestado, importado. No quiere decir que no podamos descubrir fuera del propio contexto nuestra leyenda íntima. Hay toda una cepa de heroicidad viajera, nómada o inmigrante, y algunos colocan en esa franja a Ricardo Arjona, nuestro provenzal Bilbo Baggins, en estirado.

Pero tiene que quedar claro que héroe es quien ha realizado su proceso de individuación, esto es: quien ha tenido el coraje de abismarse en sí mismo, el valor de ser lo que es. Los héroes artificiales y manufacturados no funcionan más allá de lo decorativo. Por eso no funciona el mito de Tecún Umán. Por eso y porque no es un héroe ganador, sin ser tampoco un antihéroe. Lo mismo ocurre con muchas de nuestras figuras históricas (como el recientemente celebrado Árbenz) que  residen, más bien, en el limbo, en la región abortiva de los héroes.

No quiero tirar al bebé con el agua shuca, pero sí quiero apuntar cómo muchos de nuestros idealismos líricos, remachones y regresivos están construidos sobre derrotas o empresas pasadas y fallidas, que chapuceamos tristemente.

Por supuesto, no es que no haya que conservar: ¡tantas cosas que merecen ser conservadas, en nuestro país, y para ello se requiere una personalidad conservadora!


(Columna publicada el 3 de julio de 2014.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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