Gt (16)
Bretea el lazarillo, porque ni modo, pero
también le fascina el peluche. Nuestra morosidad nacional viene sintetizada en
una expresión cósmica guatemalteca, que todos conocemos: “Fíjese que”.
Usted va a recoger un mueble al tapicero, y el
tapicero le dice: “Fíjese que”. Usted va con el mecánico, y el mecánico
argumenta: “Fíjese que”. Usted le pide cuentas al marido, y el marido responde,
el hijueputa: “Fijáte que”.
Huh.
Cínicos, malhablados, impuntuales,
parasitarios, chapuceros, y sobre todo holgazanes. Escatimadores de esfuerzos y
recursos. Expertos en salvoconductos y justificaciones. Ya sé que antes había
dicho que tenemos algo de remachones. Pero como yo lo veo, somos huevones y
jornaleros al mismo tiempo. Es otra de nuestras contradicciones identitarias,
salvo que en eso de la identidad no hay contradicciones.
Lo lazarillo y lo payaso. Hermoso mosaico bufón
el nuestro, hecho de teselas en forma de guasa pulida. ¿Han escuchado a los contadores
de cuentos de Zacapa? ¿Leído alguna vez a Marco Augusto Quiroa, al increíble
Monterroso? ¿Analizado la capacidad que tienen unos compatriotas para poner
apodos (aquí recordé a Marco Antonio Flores)? ¿Visto los memes de los chapines,
tan idiosincráticos? Aún recuerdo aquel sagrado momento cuando, siendo un
ichoco de cerebrito inocente, abrí por primera vez una Extra, y, ah, recibí esa
esplendente guaca visual/verbal, en todo su octanaje.
Por supuesto hay que mencionar la Huelga de
Dolores, muestra total de nuestro genio chocarrero; a mi forma de verlo, el
desfile bufo es un evento extraordinario y único en el mundo, con todas las
críticas que uno pueda realizarle.
(Columna publicada el 22 de mayo de 2014.)
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