'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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Quizá debí hablar antes de nuestra tendencia a conservar. En efecto, los guatemaltecos somos conservadores.

Hay guatemaltecos puntuales que vanguardizan, es cierto. No sé: un Cardoza y Aragón, un Luis von Ahn. Pero ello no significa que el guatemalteco sea genéricamente explorador, innovador, ni mucho menos. Nuestra cultura no facilita el encuentro con lo inédito, no estimula el toque de lo original. Así pues, los antes citados tuvieron que irse, más bien corriendo, a la chingada. De otro modo no habrían hecho lo que hicieron, o por lo menos no de la misma manera. Nuestra fijeza cultural, pétrea y térrica, los habría en una medida paralizado. 

No hay lugar aquí para los individuos, solo para los inseguros y los congregados. Somos profundamente vicarios y súbditos, e intolerantes con la crítica. Eso se vio en nuestros llamados movimientos revolucionarios, que no revolucionaron nada, se enhielaron sin remedio.

Nos movemos en chumul, por tanto con gran lentitud, con gran burocracia, con gran régimen. No tomamos grandes riesgos; por el contrario, una existencia previsora, ahorrada, arraigada, predicadora, apaciguada, escrupulosa y nada ardiente es la que mejor nos agrada, colectivamente hablando. Tata y guachimán, combinación terrible. Cuando nuestro lado conservador y nuestro verticalismo autoritario se ponen en connivencia, es la catástrofe de lo estático.

Eso es vivir la vida con avaricia, sin entrega. Hasta nuestros supuestos iconoclastas son seres francamente moderados, y terminan deglutidos por la masa, salvo honrosas excepciones y personajes, muy pronto crucificados, o condenados a la indiferencia. Individualistas no: pasa que, aún siendo tan gregarios, tenemos una tendencia a aislarnos: a fortificar.


(Columna publicada el 1 de mayo de 2014.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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