'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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Como yo lo veo, si vamos a tener un escudo de armas, como el horrible que tenemos, lo mejor es que lleve un quetzal incorporado, un toque de sensibilidad.

La verdad es que necesitamos toda la delicadeza de la cual podamos echar mano. En el guatemalteco, hay una criatura inflamada que adora darse verga. Subvenciona toda clase de afrentas –de pensamiento, palabra, obra, o pasivoagresiva omisión.

A veces nuestros ataques son los de un estratega milimétrico. A veces estamos tan enojados que simplemente psicotizamos. Y cuando despertamos de esa bruma hermética y paranoide resulta que tenemos las manos llenas de sangre: hemos matado operáticamente a nuestra esposa o bien agarrado a machetazos a un desconocido en la cantina.

Ya sea por la vía de la metódica provocación (que yo llamaría conformidad violenta) o de la explosiva hostilidad (violenta inconformidad) impregnamos nuestra esfera colectiva de un aura de tensión. Ojalá fuera tensión creativa, conflicto creativo. Rara vez lo es.

Nadie podrá jamás negar que los guatemaltecos somos seres profundamente marciales. Incluso contamos con una facción predadora de élite, los llamados kaibiles.

Esto viene de atrás. Sabemos que la sociedad maya del pasado era una sociedad con fuertes latencias belicosas. De ishto, se me inculcó la idea de que aquella era una sociedad técnica, epistémica y sacerdotal, lejos de las cábalas de la sangre. Nada más falso. En realidad, esos señores también tenían lo suyo de crueles sombríos cabrones.

En términos generales, nuestra historia prehispánica, colonial, moderna y posmoderna está repleta de episodios salvajes de atropello, tortura y sepulcro.



(Columna publicada el 3 de abril de 2014.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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