'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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No seamos ingenuos, o nos van a hartar vivos. 

La ingenuidad posee muchas expresiones indeseables: el idealismo de mentecatos; la beata timidez a la hora de analizar las cosas; el continuo vivir en negación, que no es otra cosa que ignorancia cómplice. Ingenuidad también es maniqueísmo: discapacidad para capturar los múltiples sentidos, grises, claroscuros, de cualquier situación dada.

Es porque somos ingenuos que ponemos vida y voluntad en las manos de los peores poderes, las más abominables personas, los funcionarios más basura.

Nuestra fantasía es que otros se hagan cargo de nuestras vidas, en plan providencial, y nos arreglen el karma. Sin renunciar por completo a nuestro locus externo podríamos empoderarnos y dejar de vivir como parásitos. En cambio tenemos eso de doncella que desea siempre ser rescatada, y a la cual siempre acaban rompiéndole el corazón.

En el fondo lo que le gusta a nuestra doncella es pasarse la vida con el corazón cortado en tiritas, acuartelada en una sempiterna modalidad de víctima, culpando telenovelísticamente al prójimo de cualquier cosa que pueda estar o no ocurriendo, y morirse de amor, como la del poema. Criticar en este contexto es un modo artero de no asumir la obligación de transformar nuestra situación individual y colectiva: la vida y el mundo, que por supuesto requieren ser cambiados.

La peor tragedia para la doncella sería que de veras la rescatasen, porque entonces ya no contaría con una coartada para seguir infantilmente llorando, y tendría que enfrentarse al siempre incómodo hecho de que es ella y nadie más la responsable de sus propios malditos orgasmos.



(Columna publicada  el 27 de marzo de 2014.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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