'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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No confundir estas tendencias con relatos de origen armados para legitimar puntos de vista. Más bien, son cargas simbólicas, patrones subterráneos, roles de base que preceden todo discurso nacional. Como características colectivas no son de sí virtuosas o malsanas. Lo que pasa es que los ciudadanos las vamos informando, tutelando, a menudo envileciendo, hasta privatizarlas, bunkerizarlas, convertirlas en estrategias viciadamente nacionalistas.

Tales voces imaginales están más o menos en todos nosotros, los guatemaltecos: claro, unos compatriotas las tienen más, otros menos. Se puede ver cómo determinada pulsión se hace más visible en cierta región o población y disminuye en cambio en otra (sin desaparecer completamente). La estructura ­de estas latencias es más o menos genérica, pero las combinaciones e intensidades internas varían (dando así lugar –dentro del propio país– a la diferencia). Y así como van morfando dinámicamente según los colectivos y los espacios, también lo hacen de acuerdo a los momentos históricos.

Cada individuo guatemalteco tiene evidentemente su forma distintiva de ser, que va asociando como quiere o puede con la forma de ser de su cultura englobante. Nuestra idiosincracia al final termina siendo bastante sofisticada (aunque menos sofisticada, creo percibir, que en otros países, por varias razones tales como el tamaño de nuestra geografía o –cabalmente– nuestro modo de ser). Hay variables disgregadoras de eso que podemos llamar un modelo nacional, pero ello no quiere decir que no podamos adivinar ciertas corrientes o plantillas cohesivas y medulares, que van formulando un contrato o pacto abierto de identidad.



(Columna publicada el 6 de marzo de 2014.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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