'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







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Y cuando nuestras avaricias se juntan con nuestra pavores, nos volvemos ajedrecistas oscuros y temibles.

Es el guatemalteco cruel y experto en derruir al otro, el maligno de las cábalas retorcidas y los chismes–chistes deletéreos. El político turbio, el abogadillo sin escrúpulos... Es por supuesto el despreciable ostracista. El extorsionista, el secuestrador, el espectador que atestigua como linchan al otro sin inmutarse. Es la mujer que deja al marido sin nada; o el marido que mata, calculadamente, a la esposa –quedándose con todo.

Ese poder de cálculo nos ayudaría a resolver nuestros problemas si lo encauzáramos hacia finalidades superiores. Tal capacidad de concentración podría rendirnos y nos rinde a veces sujetos curiosos, competentes, investigadores e intensos, que en los pliegues de sus consciencias implosivas manufacturan perlas visionarias, mundos extraños y formidables para dar al mundo.

Si tan solo no nos perdiéramos en un universo de comentarios improductivos y preocupados... Como el connacional que lo comenta todo, en plan disentería, chisgueteando. O bien creando una gélida distancia con lo comentado. Recurre a la explicación objetivante–cosificante (además de moralista, a veces esnob) para interrumpir cualquier genuina intimidad. Allí lo tienen: el Columnista de Opinión: el que lo sabe todo de todos y de cualquier cosa... El troleador resentido, cáustico, fóbico, mezquino... El que vilipendia a todos en la sobremesa… En verdad nos pasamos de listos, los chapines. Y ni siquiera somos tan inteligentes.

Luego está el que jamás dice nada, sirviendo desde su apatía profunda, y desde su crónico aislamiento, al Dios de la indiferencia. Una discreción compulsiva que roza muchas veces lo criminal.

A veces este silencio intencionado solo espera. Espera para dar la estocada sangrienta en el momento adecuado. Es escalofriante.



(Columna publicada el 6 de febrero de 2014.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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