El Padrino escucha
He venido, Padrino, a felicitarle por la boda de su hija. Verla así reír, en su vestido tan blanco, allá afuera en la pista de baile, es el sabor mismo de la felicidad.
Pero hay otra cosa.
Sí, don Corleone: un
favor.
Usted es un hombre
íntegro y generoso. Un hombre ordenado. Usted sabe que hay cosas que No Son Geométricas,
en el mundo. Y esas Cosas No Geométricas deben ser puestas en su lugar, deben ser
administradas, ¿no está de acuerdo?
Hay Cosas No
Geométricas y Seres No Geométricos. Hay entidades sin iglesia, personas sin
código, sin virilidad, que hacen las cosas como se les da la gana, que hacen las cosas pornográficamente, y hacen
daño a la gente Equivocada.
Buen Padrino, hoy me
presento ante sus ojos, porque una de estas personas ha traído la desdicha a mi
faena y a mi familia. Esta cierta persona es ya como una enfermedad terrible. Es
como una muñeca cortada doscientas cuatro veces. Como una aceleración de
espinas en la noche.
Hay un momento, en la
vida de todo el hombre, cuando este deberá pedir un favor a otro más grande que
él. Ese momento ha llegado hoy a mí.
Necesito su autoridad y
su socorro, Padrino.
Prometo pagarle, llegado
el momento. Prometo darle satélites y monumentos. Traeré cabezas de Gorgonas
para usted. No habrá amnesia de mi parte, si tan solo, el día de hoy, día
auspicioso, día solar en que su hija se casa entre honestos inmigrantes
sicilianos, me concede un beneficio y un mercurio, si tan solo le quita la fortuna
de la vida a un infeliz que no la merece, y en todo caso la repudia, y sobre
todo la desdeña.
Usted y yo nos
entendemos, Padrino.
Usted y yo nos
entendemos.
(Columna publicada el 7
de noviembre de 2013.)
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