'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El animal Byron

Te voy a contar una historia del Byron; no es para que la andés repitiendo.

El Byron me invitó a comer el otro día a una carreta mierda de shucos a donde le gusta ir, no me preguntés por qué. Cuando llegamos le dijo al pisado que hace los panes:  ahí me traes un shuco limpio, que no que me quiero enfermar como la otra vez, ¿me escuchás, hueco serote?

Ya te imaginás al pobre culero de la carreta: estaba cagado. Mirá que si me enfermo, te vengo a buscar, le dijo el Byron. Nos comimos los panes, que a mí no me parecieron la gran mierda, pero el Byron andaba feliz, el serote, comiéndose sus shucos.

A mí el Byron me cae bien: es bien de a huevo: lo que pasa es que está loco. La clase de pisados que miran un chucho en la calle y le zampan un patín, solo por chingar. La otra vez me propuso que nos hueveáramos el cadáver de un viejo pistudo que se acababa de morir, y lo que quería el Byron es que le cobráramos a la familia el rescate por el cuerpo. Ahí sí le tuve que decir al Byron nel vos: hay mierdas que no se hacen.

No mirás pues que, después de comer los hot dogs, cabal se enferma el Byron. Una diarrea de la gran puta. Y se puso para vergazos. Cuando me sienta mejor, me dijo, voy a vengarme de ese pedazo de caca, gritaba en el celular. Así que, al día siguiente, pasó por mí. Yo pensé que lo íbamos nomás a moronguear, al hotodoquero, y ya. Pero Byron paró el carro enfrente de la carreta, y le soltó al pobre pisado tres plomazos. ¡Tres plomazos!            

Nombre, si el Byron es de a huevo, vos; lo que pasa es que es como un animal carroñero, el serote: y le gusta la carne de las cosas muertas.     



(Columna publicada el 31 de octubre de 2013.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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