'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Las muertas están de pie

Allí está que todas las mujeres asesinadas del país se juntaron, salieron a marchar.

Las vimos con atención venir de todos los rincones: de todas las cunetas, los pastizales, los cuartos de la sangre y las calles del polvo…

Eran más que miles: estranguladas, violadas, acuchilladas, baleadas, macheteadas, atrozmente golpeadas, degolladas, decapitadas, secuestradas, siempre muertas al final.

Eran adultas y eran niñas. Eran ladinas y eran indígenas. Eran de todos lados del país, arrastrando largas cabelleras enfurecidas…. ¡Ay, hermanas de la asfixia, abolidas nuestras, confluyendo en la fiesta oscura de los dientes rotos, en el interregno inacabable del alarido!

Todos los zanates de la ciudad las acompañaban, en su marchar de mil condenas: por la avenida iban ellas como un gran gusano sin fin.

Hasta que se detuvieron, levísimas, en la plaza; allí nomás,  perfectamente inmóviles, cantando su canto de silencio. Todo estaba siendo dicho, sin las varonas palabras inútiles. Ese silencio era como una plegaria, una invitación de la luna sangrante.

Las otras, las vivas, las que aún no habían sido exterminadas, las miraban, sollozando.

Y desde luego, también los hombres miraban. Miraban a las muertas. Y luego se miraban las manos. Y ya no podían olvidar.  

Después de una hora exacta, las muertas se retiraron, volviendo a esos lugares de donde habían venido: cunetas, pastizales, cuartos de la sangre, calles del polvo… Pero dejando atrás un rumor, un crepúsculo amarillo…


(Columna publicada el 17 de octubre de 2013.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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