'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El Musgo


Al principio nadie le dio excesiva importancia, pero luego se hizo evidente que: 1)  en efecto había una especie de Entidad Inquietante en forma de Musgo proliferando en calles y colonias; 2) que no era precisamente Cosa pacífica y bienintencionada.

Rubén, él, empezó a notarlo de camino al trabajo. Vio las manchas crecer arriba en los edificios del centro. Las cornisas pronto dejaron de estar completas, se borraban: ¡el Musgo comía inmuebles!

Primero fueron las cornisas, luego todo: donde salía el Musgo, las cosas, también las personas, sencillamente desaparecían.

La discusión reventó a nivel nacional, dando lugar a muchas teorías religiosas y baktúnicas. Una hipótesis implicaba la presencia de un Macroorganismo Extraterrestre que una nave espacial hubiera depositado inicialmente en el helipuerto privado de un centro corporativo de la zona 10 y que después se hubiera aerotransportado a otros puntos de la urbe. También se decía que los gringos estaban probando una tecnología armamentista de nanopartículas nanoparticularmente letales: después de todo, no sería la primera vez que los gringos experimentaban con seres chapines.

El Musgo siguió asfixiando–erosionando la ciudad, y su contenido material y humano. Y la gente loca por salir de la metrópoli, en carro o a pie (pero a los que iban a pie rápido los alcanzaba el Musgo, los embuchaba).

Fue buena suerte para Rubén que pudiera subirse a uno de los últimos buses extraurbanos en salir de la capital. Fue mala suerte que el chofer anduviera completamente borracho y se empotrara en un tramo clásico de la Interamericana y todos los pasajeros murieran lo mismo.


(Columna publicada el 26 de septiembre de 2013.)               

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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