'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Calles adyacentes


Reforma. Veo a los antorcheros corriendo, saurios perdidos en la noche, agitando banderas zombies, entre monumentos vanos.

Como buitres desencajados van: embrutecidos, borrachos, congestionados de patria, septembrinos, liderados por antorchas que más parecen teas inquisitoriales. Hay niños en bandadas, bandadas que son como jorobas compuestas de personas, en la avenida.

Y es a uno de estos niños maratónicos y anfetamínicos –inexplicablemente, con una máscara de payaso– a quien se le ocurre hacer a un lado los conos puestos en el carril auxiliar. Ignoro por qué razón la municipalidad los puso allí para empezar. La cosa es que, con los conos ya removidos, un chorro de motos y gente aprovecha y se mete por la vía ahora abierta; y todo eso viene a mi persona, en su completa masividad; es más bien inquietante.

Para dar lugar a esta marabunta, y no me atropellen, mejor me pego al muro. Los veo pasar, en jadeante paneo. Uno de ellos, de cara picada, me observa con ojos maleados. Y entonces adviene el miedo: ¿qué pasará cuando los antorchistas se den cuenta que yo no soy como ellos, que no soy un patriota?

Me los imagino linchándome. Vaciando un galón de gasolina sobre mi costillar quebrado. Pidiendo a gritos un encendedor. Tapando mi cuerpo carbonizado con una de sus beatas banderas, y a lo lejos el sonido de los cohetes, y yo enfriándome sin aliento como una especie de roca plutónica.

Me coloco de nuevo los audífonos, meto las manos en los bolsillos de mi chumpona negra, me escabullo por una de las calles adyacentes.


(Columna publicada el 19 de septiembre de 2013.) 

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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