El desplome
Todo negrísimo en Egipto. ¿En quién confiar? ¿En los Hermanos
Musulmanes, cada vez más flamígeros? ¿En las Fuerzas Armadas, comodín incierto,
pitbull errático, a ratos frontalmente autosuficiente? ¿En las pulsiones
seculares y civiles remanentes que no saben aportar un gramo de claridad democrática
en un contexto creciente de guerra civil? ¿En todos esos individuos y
grupúsculos dirigidos por el más puro pánico ideológico?
Y pensar que se habló en su momento de Primavera Árabe. Lo que
quisimos ordenado, impoluto y euclidiano en la política del área se ha tornado
Volátil y Regresivo, una auténtica razzia, y no le gustaría a uno estar varado
en el Cairo como periodista, corresponsalía de guerra en el sentido más ingrato
de la expresión. El toque de queda matizó la degollina, ¿pero durante cuánto
tiempo? Con un Mubarak ya excarcelado, y el juicio venidero a Mohamed Badie,
que octubrea, podemos aguardar toda clase de aceleraciones.
Conflicto complicado, extremadamente dinámico, muy sangriento. En
apenas dos años, se han comprimido muchos rostros, condensado muchos eventos, apretado
cuantas opiniones. Lo mismo a nivel interno como allende las fronteras. Así los
vecinos del Golfo como EEUU/Europa buscan fórmulas consensuales de relaciones exteriores
y financiación que salen cada vez más mutantes, más democráticamente
fantasmales y contradictorias. Solo las empresas extranjeras parecen tenerla clara:
dieron sus comunicados, cerrando cautelarmente operaciones. Con la obligada retirada
de los turistas y la abolición de eventos como el rally Faraones, el
aislamiento se deja sentir. Egipto se empuña y se desploma.
(Columna publicada el 29 de agosto de 2013.)
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