'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Los demás





Nos gusta el título del último libro de Eduardo Villalobos: Los demás. Implica, es claro, una distancia, una quizá extranjería, pero pronto nos damos cuenta que se trata de una extranjería falsa, puesto que los demás, sin remedio, somos nosotros, sin remedio. Como dice la frase rotunda de Rimbaud: “Je est un autre”. Es algo que se sabe a gritos. Así pues, en esta obra, Eduardo Villalobos pasa a ser muchas personas, y muchas personas pasan a ser Eduardo Villalobos. Este no es un libro que enhebra escenas desde lo ajeno. Busca algo muy superior: la intimidad, la pura y sucia connivencia poética.

Así como nos gustó el título de la obra toda, nos gustaron los títulos discretos de los poemas, sobrios o surreales, tan solo magníficos, títulos como: “prostituta mirando un asteroide”, “mesa y rocola sobre fondo rojo”, “mujer viendo su perfil en facebook”, “hombre bebiendo a la manera de su padre”. Son títulos de dibujante o sutil retratista, que es lo que Eduardo es, verbalmente hablando. Retratista, para empezar, de la cotidianidad. Se hunde en lo ordinario, para descubrir en ello lo hondo y lo humano. Esa cotidianidad hebdomadaria es sobre todo angustia: rutina desolada. Villalobos es maestro para dibujar las rutinas de la desolación.
           
“Los demás” es un libro sutil, sí, humano, sí, y desmoralizante, cómo no. Allí está la callada desesperación de las masas, del amigo Thoreau. Lo doméstico y su violencia. Y la dura soledad. La soledad sola, la soledad en pareja, la soledad en familia, la soledad social con o sin clase. La gran indiferencia de unos hacia otros, y el dolor que de ello resulta, de otros a unos.


(Columna publicada el 4 de julio de 2013.) 

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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