'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Aguas


Nunca escribo de cuando me faltan el derecho como consumidor, sencillamente porque entonces escribiría siempre de lo mismo. Y es que siendo tantas las veces que uno recibe un desagravio en ese campo, el tema requeriría de un espacio de opinión volcado enteramente al mal servicio.

Hoy sin embargo será la excepción. Es la historia de siempre y de todos. Revienta un tubo en el baño de mi casa, así que llamo a una compañía llamada "Plomeros inmediatos" (p. 375 de la guía). Arreglan. Luego se van –no sin cobrar bonito–. Pero el trabajo no funciona, porque queda goteando, el tubo. Llamo de nuevo, para que vengan a dejar bien lo que dejaron mal. Regresan. Aprovecho para pedirles una factura, que no me facilitaron la primera vez que vinieron. El plomero –un señorcito cínico, desagradable, por allí tengo su nombre– se niega a dármela. Llamo a la compañía. Les digo que si no me dan la factura voy a tomar las medidas del caso –pensando en denunciar en la SAT. Por toda respuesta, una amenaza: “Ya sabemos donde vive”. Como si en lugar de hablar con un plomero, escuchase al difunto Gandolfini decir un parlamento de Los Sopranos. Por supuesto que no me ahuevo. Me divierte, la cosa. Pero me indigna. Y me cuido: son personas que ya entraron a tu casa.

Puse post en facebook, y la mara siempre comunicando buen humor: “Plomeros Seriales”, escribió uno; “Plomaceros”, dijo otro; “Aguas”, acertó un tercero. Varios me sugirieron que hiciera algo al respecto. Una denuncia en la DIACO. Trabarles esa queja, en la SAT. Y lo que haga falta.

A todo esto, hay una pequeña gota que sigue cayendo. Está garantizado que seguirá cayendo.



(Columna publicada el 18 de julio de 2013.) 

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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